miércoles, 12 de noviembre de 2008

No hagamos lo que los demás dicen que hagamos Por Abraham Gak (*)


El país está enfrentando situaciones endógenas y externas, pero esta crisis, puede transformarse en una oportunidad. Hagamos una somera enumeración: el conflicto generado por la resolución 125 al querer el Poder Ejecutivo establecer la movilidad de los derechos de exportación de algunos productos primarios; el anuncio del pago íntegro de la deuda con el Club de París; la reapertura del canje de deuda; la refinanciación de los préstamos garantizados; una continuada fuga de capitales que sin poner en riesgo las principales variables macroeconómicas, perturba el volumen de reservas del Banco Central, impidiéndole acrecentarlas con los importantes ingresos de fondos provenientes de nuestras exportaciones; una baja significativa en las cotizaciones de los bonos emitidos por el Estado; un proceso inflacionario más allá de lo aceptable y que repercute fuertemente en los ingresos de los sectores más desprotegidos de nuestra sociedad; una gravísima crisis financiera internacional, que trasladada a la economía real, modifica los términos del intercambio y por ende puede afectar la nuestra y, por último, la reciente resolución de reestatización de las jubilaciones del régimen de capitalización.
Mala defensora
Analicemos brevemente las respuestas que ha dado el Gobierno a estos desafíos. Con respecto al tema de la resolución 125, acusó recibo del golpe de la votación “no positiva” en el Parlamento volviendo al sistema vigente antes del envío del proyecto para su debate parlamentario. Esta medida, dada la evolución de los precios externos de los productos de exportación, terminó descolocando a la Mesa de Enlace y convirtiéndola en mala defensora de los intereses de pequeños y medianos productores. A continuación, inició un proceso de apreciación del peso, que fue tomado como una señal de abandono de los principios básicos del modelo. En cuanto a la baja de la cotización de los bonos de deuda, acompañó pasivamente al proceso. Sólo actuó invirtiendo algunos fondos para su compra pública, pero en un volumen limitado. Con respecto a la inflación, la apreciación del peso contribuyó a reducirla; con respecto a los pagos a acreedores, no dio señales claras sobre cuál iba a ser su política dado el nuevo escenario financiero internacional. Las medidas conjuntas del Banco Central, la Comisión Nacional de Valores y el Ministerio de Economía redujeron la volatilidad cambiaria, mostrando el importante grado de especulación que aprovechaba la situación.
Algo está cambiando
La reacción agresiva del sistema financiero da la pauta de que las medidas referidas al cambio del régimen previsional atacan intereses de un sector que gozaba de los irrazonables privilegios que la ley les había otorgado a partir de su sanción.Algo parece cambiar en el escenario político. Por un lado, la disposición del Poder Ejecutivo para aceptar modificaciones al proyecto original y, por el otro, una mirada más realista de algunos opositores. Ambos aspectos permitieron una aprobación de la propuesta oficial en la Cámara de Diputados por un margen muy significativo, dejando solos a los genuinos representantes de la derecha e introduciendo quiebres en algunos de sus bloques que tal vez se manifiesten en el debate a realizarse en el Senado.La devaluación posterior de nuestra moneda trata de compensar la reducción de nuestra competitividad, sobre todo teniendo a la vista la significativa devaluación del real y del peso mexicano. Con esto se pretende responder a los reclamos airados del sector industrial.Sin embargo, parece que las medidas tomadas tendrán un efecto parcial sobre nuestras reservas, pues en esencia no se han revertido los guarismos desfavorables de nuestro balance de pagos. Tal vez un razonable control de cambios, justificado por el clima internacional, debería complementar lo hecho hasta ahora, aunque ello no debería reemplazar una negociación con los sectores económicos de capital extranjero.
Acción de desgaste
Un factor importante es la concertada labor de los grandes medios de comunicación, que una vez acallados los ecos del conflicto agrario han vuelto a instalar el tema de la inseguridad. Cada vez con más claridad podemos observar la intención de debilitar el accionar del Gobierno nacional por parte de la coordinada acción de los sectores industriales, financieros y de los propietarios de las tierras de la pampa húmeda con la inapreciable ayuda de los medios.¿Qué podemos hacer todos los que sin ser necesariamente oficialistas –junto con los que sí lo son– queremos que se consolide un proyecto de país inclusivo, moderno y justo?
Políticas de Estado
La respuesta, a nuestro criterio, es mantener condiciones de diálogo abierto con todos aquellos que comparten estos deseos aunque se ubiquen en sectores de la oposición. E insistir en aquellas medidas sociales tanto en el orden jurídico, laboral, económico y social que le dieron el sustento a su labor ejecutiva y parlamentaria.En lo económico, insistir en nuestros principios y abroquelarnos con los países de nuestra región, acrecentando los avances institucionales para su integración, corrigiendo asimetrías, estableciendo nuevas cadenas de valor y coordinando políticas comunes para enfrentar los desafíos con el afuera.Por último, haciéndonos eco del reciente documento del Plan Fénix, “salvaguardar los avances sociales logrados y avanzar para saldar la brecha social persistente, incorporando a través del sistema educativo y del mundo del trabajo a todos los argentinos”.No hagamos los que los demás hacen, y sobre todo nos quieren inducir a hacer. Nada de ajuste del gasto público. Nada de limitaciones al ingreso de los asalariados. Nada de trabajo en negro. Nada de nueva deuda externa. Hagamos de esta crisis una oportunidad.
(*) Economista del Plan Fénix. Ex rector de Colegio Carlos Pellegrini.

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