jueves, 6 de noviembre de 2008

La responsabilidad de elegir




Según una encuesta, el 85 por ciento de los jóvenes que están cursando el último año de la escuela media aún no definió lo que hará después del secundario. Los especialistas recomiendan no tomar decisiones apresuradas que deriven en un cambio o en el abandono de los estudios universitarios.
En poco más de un mes, miles de jóvenes de todo el país terminarán el colegio secundario y deberán tomar una de las decisiones más difíciles: ¿Qué hacer después de finalizar la escuela media? La gran mayoría navega en la incertidumbre y no tiene definido para dónde apuntar.Una encuesta reciente realizada a 30 mil alumnos del último año de la escuela secundaria de todo el país, que piensan continuar estudiando en alguna universidad, arrojó que sólo el 15 por ciento tiene resuelto qué carrera seguir, en tanto que el 85 por ciento restante aún no se define a pesar de que quedan pocas semanas para concluir el año escolar.
Según los especialistas, la necesidad de insertarse rápido en el mundo laboral hace que muchos chicos no se tomen el tiempo necesario para pensar en sus capacidades y deseos, ni buscar toda la información adecuada antes de decidir qué es lo que van a seguir estudiando. Este miedo al fracaso y la generalizada falta de información sobre las ofertas de estudio lleva a los adolescentes a tomar decisiones apresuradas que después se reflejan en la gran cantidad de alumnos que cambian de carrera o dejan sus estudios en sus primeros años de cursada en la universidad.
Hablan los especialistas
A partir de los resultados de la encuesta en Internet de la página “www.quevasaestudiar.com”, el periodista Jorge Sánchez, de Info Región, dialogó con especialistas para analizar las principales causas de esta problemática. La directora de la Escuela de Posgrado en Orientación Vocacional Vincular-Familiar y miembro de la Sociedad Argentina de Terapia Familiar (SATF), Claudia Messing, apuntó que “son muchos los factores que hacen que los chicos no sepan qué hacer”. “Básicamente porque no se conocen a sí mismos, están muy complicados con descubrir su propia identidad y como el afuera es muy exigente, tienen mucha necesidad de éxito pero como no encuentran algo que les asegure resultados positivos, se inhiben”. “Muchos jóvenes deciden seguir estudiando después del secundario porque el mercado les exige un título terciario o universitario, pero sin sentirse atraídos por ningún campo ocupacional”. En este marco, la psicóloga recalcó que “las dificultades internas de los jóvenes son muy grandes porque tienen en sus cabezas mandatos de autoexigencia que no se corresponden con la realidad y eso hace que se desmoralicen mucho”.
Elección de peso
Por su parte, el director del Servicio de Orientación Psicopedagógica para niños y adolescentes (SAOP) de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (UNLZ), Lucio Cerdá, enfatizó que a los alumnos que están por finalizar sus estudios secundarios “no hay que obligarlos a que decidan antes de fin de año”. “Justamente, si algún sentido tiene la orientación vocacional es mostrarle que el elegir eventualmente una carrera es una elección de peso, que es necesario tomarse el tiempo apropiado y necesario, que no debe haber ninguna instancia ni familiar ni institucional que lo obligue a decidir ya”, enfatizó.Cerdá también precisó que “la elección de una profesión depende de infinita cantidad de factores como son, entre otros, el tiempo, las cuestiones económicas, de conocimientos y de lejanía o cercanía de un centro de estudio”. “No se trata de que algunos vienen genéticamente programados para estudiar, por ejemplo, ingeniería, eso es un absurdo”, indicó.En tanto, Messing aseveró que en lugar de presionarse, los jóvenes “tienen que permitirse explorar el mundo y conocerse a sí mismos, pero como esto no está permitido para ellos, la elección de la carrera termina siendo por intuición”.
Problemas frecuentes
Las presiones sociales y familiares llevan a que muchos jóvenes vivan el momento de elegir una carrera como un período de angustia por la necesidad que sienten de encontrar algo que les asegure el éxito y como esto en la mayoría de los casos no ocurre, toman decisiones apresuradas que luego se refleja en la gran cantidad de alumnos que deja la facultad en los primeros años de estudio.Según los datos que aportó Messing, basados en estadísticas oficiales de la Secretaría de Políticas Universitarias del Ministerio de Educación de la Nación, en la Argentina, alrededor del 40 por ciento del alumnado abandonó su carrera inicial y menos del 20 por ciento de los estudiantes matriculados en el sistema universitario –estatal y privado– se recibe anualmente. Pero además de los que abandonan los estudios, hay una gran cantidad de alumnos que deciden cambiar de carrera porque la que eligieron, no cumple con sus expectativas o no era lo que ellos esperaban.
Elección equivocada
Celeste Martínez (24) arrancó estudiando economía en la UBA y que a pesar de que aseguró que “tenía buenas notas”, admitió que sufrió una “crisis” porque “no disfrutaba lo que hacía”. “Me di cuenta de que a mis amigas estaban contentas con su elección, en cambio yo estaba haciendo algo que no me gustaba. Ese fue el momento en donde debí decidir qué quería y pensé en cambiar de carrera, por lo que ahora estudio relaciones laborales, puntualizó.Según los especialistas, el cambio de carrera no debe ser tomado como un paso atrás sino que hasta puede ser positivo. “La mortificación y la desmoralización que sufren los chicos antes de dejar una carrera, no es necesaria. Pueden fallar y está bien que puedan probar varias alternativas hasta encontrar lo que están buscando”, recalcó Messing.Pero a pesar de las recomendaciones de los especialistas, los adolescentes que no definieron qué seguir –que son la gran mayoría- y están cursando el último año del secundario, ya sienten la presión y se angustian por no poder tomar una decisión a poco más de un mes para que finalice el ciclo lectivo.
¿Falta vocación?
Por lo general, al referirse a las dificultades que tienen los chicos para definir una carrera, que en la actualidad son más notorias que hasta hace unos años, se suele decir que los jóvenes “no tienen” o “no encuentran” su vocación. Sin embargo, los especialistas prefieren no utilizar este término ya que recalcan que “tiene reminiscencias religiosas” y no abarca todos los factores que influyen en la elección de los jóvenes.La psicóloga y especialista en Orientación Vocacional María Laura Veinticinque advirtió que “la vocación se confunde con algo que está dentro de uno, que de un día para el otro va a aparecer de golpe y esto no es así”. “La elección de un carrera es un proceso que tiene que ver con una evaluación de la situación personal de cada uno”, añadió.No obstante, Messing precisó que “la vocación es aquello que a uno le gusta hacer y que piensa que puede hacerlo bien y le da satisfacción”. Sin embargo, aclaró que esta vocación “se construye, no nace en uno”.
Veinticinque señaló que “sería ideal que todas las familias se pongan a pensar con los chicos cuáles son las mejores posibilidades, si los van a poder ayudar y sostener económicamente o acompañar después que empiecen la carrera”.“El adolescente tiende a idealizar y en general los adultos ayudan a ponerle una cuota de realidad extra para que vean las posibilidades concretas de llevar una carrera adelante”, añadió.
Tarea docente
Cerdá sostuvo que “no es necesario que se desarrolle un curso de orientación vocacional” en la escuela secundaria sino que recomendó que “en el último año, los docentes a cargo de las distintas asignaturas pueden hablar del panorama de los distintos saberes para que los chicos estén bien informados”.
Messing insistió en la importancia del rol que ocupa la familia ya que recalcó que la problemática de la desorientación vocacional “es el resultado del impacto de las profundas transformaciones del contexto social, histórico, cultural, laboral y educativo, y de las gravísimas dificultades que tienen los padres en este contexto para construir modelos de contención”. El aprendizaje de una posición activa en la comunicación, a través del ejercicio de la insistencia, el pedido y la expresión de las propias emociones sin sometimiento ni desubicación, prepara a los jóvenes para vencer los obstáculos de la vida universitaria y también de la vida laboral”, sentenció Messing.La desorientación vocacional es un problema que afecta a la mayoría de los jóvenes pero como advirtieron los especialistas no es un fenómeno nuevo. Además, es necesario que ante la gran cantidad de ofertas que existen para seguir estudiando, cada chico pueda tomarse su tiempo para reflexionar, como apuntó Cerdá, para encontrar aquello que esté más acorde con su personalidad.

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