jueves, 22 de enero de 2009

El “Chavo” Fucks, desmiente al “prócer” Nelson Castro


En su edición digital del jueves pasado, Diario sobre Diarios, reproduce un comentario del periodista “El Chavo” Fucks, que deja muy mal parado al periodista estrella de nuestra radio y televisión, Nelson Castro. Asegura que los rumores sobre una presunta censura a su programa en Radio del Plata, fue una maniobra orquestada por él mismo, porque pidió un aumento y no se lo dieron.

El “Chavo” Fucks, en su programa de Radio Continental (el audio del programa se puede escuchar en el sitio de Internet:
http://www.diariosobrediarios.com.ar/eldsd/diario/ilustra/dsd-220109.mp3), aseguró que “Nelson Castro pidió a las autoridades de Radio Del Plata un aumento del 100% en el contrato y como no se lo dieron, sacó al aire a un tipo a decir que los dueños de la radio son corruptos, para después hacerse el censurado”.
Fucks se refirió así a los comentarios en “off” que circularon en los últimos días y que afirmaban que las autoridades de Radio Del Plata (propiedad de la firma Electroingeniería) le habrían “levantado” el programa a Castro debido a una entrevista en la que se criticó a la empresa que recientemente compró la emisora.
Fucks dijo que “mi fuente es excelente” y consideró que “no puede ser que uno saca chapa de prócer, entonces todo lo que haga después no se lo puede discutir”. El prestigioso periodista deportivo agregó: “Todos sabemos que si sacamos al aire a un tipo que dice que los dueños de los medios donde trabajamos son corruptos vamos a tener un problema. Pero eso no es censura”. Según Fucks, “si a uno no le gustan sus patrones porque creen que son corruptos o porque están identificados con el Gobierno lo que tiene que hacer es irse, no sacar al aire a alguien para denostar a la empresa y después irse como censurado”.
Finalmente, Fucks afirmó que “yo lo conozco a Nelson hace mucho, me lo cruzo permanentemente por el canal, pero me parece que esta vez se equivocó”.
Qué hará ahora el reputado periodista de TN y Perfil. Seguirá trabajando para una radio cuyos dueños -según su entrevistado- son corruptos?

martes, 20 de enero de 2009

El año que vivimos en peligro


Los medios de comunicación y su narración de la crisis financiera mundial: desinformación y simulacro de una catástrofe nacional.

Por Luis Lázzaro (*)
Consultores económicos, políticos y medios de comunicación diversos pronosticaron y alentaron un escenario de incertidumbre y catástrofe durante todo 2008. No se referían al mundo global sino a la periferia, a la nueva geografía política de Latinoamérica, y más precisamente a la Argentina kirchnerista.
El colapso finalmente se produjo, pero en el mundo de la globalidad virtual de las transacciones económicas. En el centro mismo de la burbuja –también periodística– desde la cual se alzaron los dedos admonitorios. Sin embargo, la narración mediática acomodó siempre la percepción del público en un mismo sentido. La amenaza era local y no global. Hasta donde pudo, la representación dominó la realidad. Y buena parte de la opinión pública nacional creyó vivir en el escenario caótico y destituyente que le pintaron. Es que el guión de la realidad es producto de un complejo mecanismo multimedia pocas veces neutral y muchas veces asociado a aquel mundo de negocios.
Otros políticos, estudiosos y comunicadores habían advertido sobre los riesgos de habitar un planeta conducido por el cortoplacismo de los dispositivos financieros cibernéticos conectados 24 x 24, desde el Hang Seng al Kospi, pasando por el Dax y el Ftse hasta Wall Street. Y también a los riesgos de saturación de la hiperrealidad mediática, con sus canales globales de 24 horas dedicados a las burbujas de la coyuntura, incluyendo la bursátil. Pero carecieron de dispositivos para que esa alarma influyera en el curso de los hechos.
El mundo de la ilusión inclusiva del ciberconsumo de la globalización en pantalla ha desembocado en el drama humano del desempleo y la pérdida de bienes y viviendas para millones de personas en el mundo, a partir del crack iniciado con la crisis de las hipotecas, los bancos y las bolsas de valores en los países desarrollados del norte, arrastrando con ellos las industrias automotrices y de la construcción.

Simulacro mediático
La sociedad multimedia se enfrenta por primera vez a un desafío de magnitud desconocida: decodificar y traducir a todos los indicios que conectan la realidad con su construcción. El gran simulacro de los medios sobre la prosperidad sin fin de la especulación bursátil y financiera a manos de la economía real se ha desplomado tironeando a las sociedades en el mundo central.
Pero la ilusión –dice Jean Baudrillard– es indestructible, en buena medida porque ya no hay manera de reconstruir lo real sino por medio de la videosíntesis (una imagen que apela al proceso de fijación de la luz en las plantas), es decir por la interpretación en pantalla.
Por esa vía, la narración multimedia en la Argentina se convirtió en el simulacro de la catástrofe nacional. Los principales diarios y pantallas del circuito comercial de medios desinformaron sobre la economía real y descalificaron las recetas que contradecían el dogma global. Afirmación del Estado, la producción y el consumo de bienes reales –no virtuales–, inversión en obra pública, la pertenencia a espacios económicos y geopolíticos regionales, crecimiento de la economía real, etc.
Datos que fueron sometidos al ácido de una violencia simbólica sin explicación y al grotesco de los meros enredos del poder.

Alerta
En el marco de la crisis global, y con numerosas asignaturas pendientes como la injusta distribución del ingreso, la calidad de la política o los bolsones duros de la pobreza estructural, la performance argentina resultó más que aceptable. Sin embargo, cuidado. Nada indica una capitulación de lo virtual a manos de lo real. Nada debe hacer suponer que la evidencia del signo hace desaparecer la construcción del sentido. La lógica del dispositivo sigue construyendo la clave de interpretación en una misma dirección.Esas mismas usinas –locales o transnacionales, pero integrantes de una misma comunidad de negocios– proyectan el escenario hacia el año que se inicia. Anuncian a través de diarios locales el posible default argentino en 2009, e informan que hubieran preferido contar con la plata de los jubilados para el cobro de las acreencias que posee la comunidad financiera trasnacional.
El Instituto Internacional de Finanzas (IIF) sigue inmutable pronosticando la catástrofe ajena sin asumir la propia. Tal vez sea lo lógico, como corporación que agrupa a todos los bancos internacionales socorridos en 2008 por los Estados locales para evitar su propia quiebra (como sucedió luego del 2001 en Argentina). El problema son las propaladoras periodísticas locales que confieren el estatuto de noticia de tapa a la triquiñuela de los banqueros.

Inquisición globalizante
En ese juego de ilusiones, las plataformas productoras locales jugaron siempre el mismo juego: nunca avisaron del peligro real, en este caso el frente externo. Por el contrario, lo construyeron como fiscal e inquisidor a través de instituciones como el IIF, las calificadoras de riesgo, las embajadas de los países que concentran las principales empresas globales, los portavoces de la geopolítica unipolar y los columnistas a sueldo de aquellos mismos intereses.
En cambio colocaron el peligro en el frente interno, buscando en casa al enemigo –preferentemente en el gobierno–, construyendo el simulacro de la catástrofe. La defensa corporativa de la renta exportadora de productores agropecuarios permitió encarnar una narración creíble sobre los riesgos de las políticas de redistribución. Puso en escena actores y episodios movilizadores del imaginario colectivo. La espada permanente de la inflación, el colapso energético y el aislamiento internacional se constituyeron en una escenografía constante.
En paralelo, la amplificación hasta el hartazgo de secuestros, robos y asesinatos condenables no buscó tanto informar como atemorizar.

Montaje de la “realidad”
Es que, finalmente, y tal como lo adelantó Umberto Eco hace tiempo, es el montaje lo que crea el estatuto de realidad. También lo advierte Baudrillard, el provocador sociólogo francés: “El mundo tal cual es se oculta perpetuamente a la investigación del sentido, provocando la actual catástrofe del aparato de producción del mundo real. Eso es tan cierto que no se combate la ilusión con la verdad sino con una ilusión más elevada.”Otros habían advertido hace más de una década sobre la desaparición del periodismo a manos de las fábricas de producción de noticias, como el italiano Furio Colombo.
El problema contemporáneo es separar el dato de su construcción, la información de la operación que la proyecta en un solo sentido: desmontar la burbuja irracional del miedo que paraliza y la ilusión de recetas milagrosas que también anulan la acción.
Es evidente que una ilusión diferente de realidad será posible en la medida en que otro dispositivo pueda intervenir en la construcción del sentido. Y para ello hacen falta no sólo nuevas reglas de juego –como la Ley de Servicios Audiovisuales– sino políticas que asuman el desafío de poner en escena las voces que puedan desplegar otra ilusión: la de la construcción de una Nación inclusiva, justa y desarrollada.
(*) Coordinador General del Comfer.

Nota relacionada

La construcción de la noticia
En su edición del pasado 10 de diciembre, La Nación tituló: “Mueren 8 niños por día por desnutrición”. Sin embargo, en el cuerpo de la nota, admite que “el número de muertes por desnutrición en niños menores de cinco años, no obstante mantenerse alto, ha bajado entre 2003 y 2008, ya que hace cinco años 12 niños morían por día víctimas del hambre”.
Al respecto, el periodista Hugo Barcia sostiene en una columna de opinión publicada en Página 12, que ”La desnutrición infantil en la Argentina no es un tema nuevo, con lo cual no habría materia periodística publicable, si consideramos que la materia periodística debe anunciar lo nuevo”, y sigue, “sí hay algo nuevo y bueno para publicar con este doloroso tema de la desnutrición infantil: es lo que afirma el mismo matutino a lo largo de la nota (no en el título), la desnutrición infantil bajó en los últimos cinco años: de 12 niños que morían por día antes de 2003, en la actualidad mueren ocho”.
Luego Barcia reflexiona sobre el matutino fundado por Bartolomé Mitre, hoy en manos de la familia Saguier: “Que La Nación edite y titule sus notas como las edita y titula no es ninguna novedad, no es noticia; son los viejos métodos de ocultamiento y deformación de la realidad que ha esgrimido la derecha argentina desde siempre.
Así como Don Bartolo, por ejemplo, ocultó durante años el Plan de Operaciones de Mariano Moreno para no mostrarnos el gigantesco revolucionario que en verdad era. La cuestión es esmerilar al Gobierno, desgastarlo y, si es posible, alcanzar el “clima destituyente”, concluye.

“Las falsas ilusiones de la clase media”


En el último número de la Revista Debate, el embajador argentino en EE.UU. describe el lugar que ocupa la clase media en los distintos procesos y momentos del país. “La alianza entre la clase media y las clases populares provocó las más grandes tragedias nacionales, cada vez que una clase media exitosa ha vuelto a creer que se ha ganado el derecho de mirar para arriba y escupir para abajo”.

Por Héctor Timerman*
“Arteche y la puta madre que te parió”. La frase de Federico Luppi en la película Plata dulce -un clásico del cine nacional estrenado en 1982, en los últimos tramos de la dictadura militar- describió mejor que cualquier análisis un descubrimiento de la clase media: una vez más, el establishment argentino dejaba de necesitarla, y ella volvía a ser parte de la legión de los excluidos, en un proyecto de país que no la consideraba.Los engatusados por los Arteche de la dictadura no fueron ni secuestrados ni torturados ni están desaparecidos.
No los evocan monumentos ni se les organizan homenajes, y mucho menos despiertan admiración como víctimas de la dictadura.Sin embargo, los cientos de miles de argentinos que encarnó Luppi en Plata dulce también fueron víctimas. Arteche hizo con Luppi lo mismo que José Martínez de Hoz con toda la clase media. Lo convenció de que las puertas del paraíso económico y social se habían abierto también para él. Vivir de la especulación financiera, cerrar el taller o el comercio y dedicarse a la importación, viajar a Miami, mudarse a un country. En fin, pasar de la popular a la platea de la vida.
Lo que Arteche-Martínez de Hoz nunca le avisó es que no es lo mismo alquilar que ser propietario. Y a la clase media le cancelaron el contrato sin los dos meses de preaviso. Plata dulce es una película que se podría haber filmado varias veces en la Argentina: todas las veces que la clase media, embelesada por los “beautiful few”, despreció a quienes fueron sus socios naturales en los períodos de crecimiento.
Como en el tango, cuando Margarita se creyó Margot. La clase media creció (en número y poder económico) cuando se alió con las clases populares. Las luchas obreras, las ilusiones de los inmigrantes y el fortalecimiento de un Estado protector crearon las condiciones necesarias para su expansión. Obreros que comenzaban a consumir y un Estado que proveía la educación, la salud y la seguridad para que sus hijos se incorporaran a un mundo casi sin límites.
De esa alianza surgen los gobiernos de Yrigoyen y de Perón. Y, en esos años, también llega la burguesía nacional, que apostando al país reemplaza a los monopolios extranjeros que controlaban la economía.Sin embargo, esa alianza exitosa provocó las más grandes tragedias nacionales, cada vez que una clase media exitosa ha vuelto a creer que se ha ganado el derecho de mirar para arriba y escupir para abajo.Muchas cosas cambiaron, para bien, con el retorno de la democracia.
Todavía, sin embargo, las falsas ilusiones que venden los Arteches siguen calando en una clase media deseosa de escalar ese peldaño con el cual siempre termina tropezando. Los años de Menem lograron, sin las bayonetas, los mismos efectos que describe Plata dulce. Barrios privados, dólar barato, educación privada, medicina prepaga e, infaltables, los viajes de compras a Miami. Mientras la clase media paseaba, de prestado, por el paraíso, los herederos de Arteche nos dejaban sin las pymes, sin sindicatos, sin educación ni salud pública. Y endeudados, muy endeudados.
Cuando todo explotó, la clase media volvió, una vez más, a recordar sus orígenes. En 2001, en los barrios se cantaba “piquete y cacerola, la lucha es una sola”.¿Quién se hubiese imaginado que aquellos que golpeaban desesperados las puertas de los bancos, en pocos años volverían a sacudir sus cacerolas junto a la Sociedad Rural?
Tal vez era difícil imaginar, en esos días tristes, que una vez más la Argentina volvería a resurgir con la misma fórmula. Un Estado que invierte en educación, en salud, que promueve el consumo interno, que alimenta a la pequeña y mediana empresa, que desactivó la especulación financiera reemplazándola por una economía de producción. No hay ningún misterio: la fórmula que hemos aplicado es la misma que ya había dado resultados con el viejo radicalismo y con el primer peronismo. Tampoco la derecha es muy imaginativa. Vuelve con sus viejos cantos de sirena. Acusan al Estado de parasitario, a los obreros de querer fundir al pequeño empresario, de impedir a una clase con poder adquisitivo que compre piragüitas de Hong Kong. Habrá que ver si esta vez la clase media vuelve a enamorarse de una fantasía o si, finalmente, mandamos a Arteche a la puta que lo parió antes de que nos vuelva a estafar. Será el primer día de un país maduro. Que llegue ese día no sólo depende de la clase media.
(*) Actual Embajador argentino en EEUU. Periodista.

martes, 13 de enero de 2009

A 50 años de la toma del frigorífico Lisandro de La Torre


Por Jorge Déboli (*)

El Estado de Bienestar en la Argentina, tuvo plena vigencia hasta mediados de la década del ’70, cuando el neoliberalismo se encontró o generó las condiciones óptimas para implementar su programa de saqueo y destrucción en nuestro país. Sin embargo, los intentos por lograrlo, se remontan a varios años atrás, mediante la utilización, incluso de gobiernos constitucionales pero débiles en sus convicciones, rayanos con el cipayismo.


En 1958, con el peronismo proscripto, el desarrollismo que proponía la UCRI –una escisión de la UCR fundada por Arturo Frondizi, gana las elecciones nacionales a partir de un pacto que acuerda con el General Perón, que además le asegura una amplia mayoría en ambas cámaras legislativas del Congreso Nacional. A pesar de ello, en un marco de frágil equilibrio, dicho acuerdo cada día se fue debilitando a partir de las concesiones que Frondizi empezó a otorgar al capital extranjero y al Partido Militar, en el que se apoyó para sostener, mediante la represión, la ruptura del acuerdo con el peronismo.
En rigor, con Frondizi comienza la entrega del patrimonio nacional mediante la aplicación de un programa que acuerda con Aramburu y Rojas, rompiendo automáticamente el que había acordado unos meses antes con Perón, y que desde el arranque de su gobierno se empezó a implementar con el monitoreo del FMI.La firma de los contratos petroleros que le abrieron la puerta al capital extranjero –con el supuesto fin de conseguir el autoabastecimiento-; el desmantelamiento progresivo de la red ferroviaria nacional, con el propósito de desarrollar la red caminera nacional y el transporte de cargas; y la privatización del Frigorífico Municipal Lisandro de La Torre, fueron algunas de las medidas que los militares de la Libertadora nunca se animaron a hacer y que si pudo llevar adelante el entonces presidente Arturo Frondizi.

El FMI siempre presente
Sin embargo, Frondizi creyó que cumpliendo con algunos de los puntos que acordó con Perón, como la sanción de la Ley de Asociaciones Profesionales, la derogación de las inhabilitaciones gremiales y políticas (salvo la de Perón), el aumento de salarios, y la devolución de la personería jurídica de la central obrera, iba a lograr el apoyo de los sindicatos a su plan de gobierno.
Esta nueva relación entre el Estado y sindicalismo, sumió a éste último en una contradicción que llevó a una división de la dirigencia gremial peronista: o se subordinaban a los grupos de poder, o se enfrentaban a la represión del poder militar.
En este marco, Frondizi comenzó a implementar su programa, que además incluyó un “Plan de Estabilización”, “sugerido” por el FMI; un Plan de Austeridad que provocó la caída de los salarios; una devaluación de la moneda nacional; una inflación del 113 % y una desocupación que en dos años, trepó entre del 6 y al 10%.

La entrega del frigorífico (2)
En el transcurso del último mes de 1958 se habían realizado elecciones en el gremio de la carne, triunfando la lista encabezada por Sebastián Borro, quien había sido secretario adjunto y se desempeñaba como obrero en el frigorífico Lisandro de La Torre, que funcionaba en el populoso barrio de Mataderos en la Capital Federal, donde trabajaban cerca de 9.000 personas entre obreros y empleados.
El 10 de enero de 1959, Frondizi giró al Congreso Nacional el proyecto de ley por el cual se autorizaba la venta o arrendamiento del frigorífico, que daba prioridad para la compra a la Corporación Argentina de Productores (C.A.P).
El 13 de enero alrededor de 2000 personas se movilizaron hacia el Congreso. En dos carteles expresaban sus demandas: "En defensa de nuestro patrimonio, contra la entrega de nuestro frigorífico a la empresa privada”.
La vigilia se sucedió hasta la noche en que Diputados dio media sanción al proyecto de Ley, e inmediatamente girada al Senado, que en rápido trámite la sancionó sin debate previo. Esto motivó que los delegados convocaron para el 14 de enero a una asamblea general del gremio donde se plantearon las diferentes propuestas: ocupar el establecimiento o realizar un paro de 24 horas y posteriormente ocuparlo. Se pospuso la decisión para el día siguiente, porque una delegación de la Comisión Directiva fue recibida por el presidente Frondizi, a quien le solicitaron que vete la Ley sancionada.

Respuesta no positiva
La respuesta que el presidente le dio a Borro y demás dirigentes sindicales que lo acompañaban, fue negativa, lo que terminó por decidir por parte de los trabajadores la toma el edificio donde funcionaba el frigorífico acompañado por un paro por tiempo indeterminado, al tiempo que solicitaban a las 62 Organizaciones, y demás organizaciones obreras la convocatoria a un paro general de apoyo a la lucha.
Por su parte, el gobierno declaraba que, "Existiendo medidas de fuerza, no habrá lugar a ninguna clase de tratativas”, y “si se mantiene la huelga y la ocupación, el Poder Ejecutivo actuará con toda decisión y energía", amenazaba; en tanto que el sindicato ratificaba las medidas resueltas por la asamblea, “la haremos cumplir hasta que sea derogada la Ley que dispone el traspaso del frigorífico".
Para justificar la represión, el gobierno declaró esa misma noche la ilegalidad del paro y exigió el desalojo del frigorífico para las tres de la madrugada del sábado. Una hora más tarde de vencido el plazo, se produjo la represión. A las fuerzas policiales se sumaron cuatro tanques "Sherman" del Regimiento de Granaderos a Caballo y varios jeeps con soldados provistos de ametralladoras, cien hombres de investigaciones con armas largas y efectivos de Gendarmería que se sumaron por la madrugada, totalizando más de 2.000 efectivos, que primero tomaron el local sindical y luego se posicionaron frente al frigorífico.

Histórica resistencia
A la orden de avance, un tanque atropelló el portón de acceso, por la ex calle Rodó, franqueando de esa manera el paso hacia el interior del predio, donde unos 6.000 obreros reunidos alrededor del mástil comenzaron a cantar el Himno Nacional.
A partir de ese momento y hasta las 8 de la mañana del sábado, se generó una intensa lucha que dejó como saldo 95 obreros detenidos, tres heridos y seis con lesiones de consideración, en tanto que entre las fuerzas de seguridad hubo 7 heridos.
Ese mismo sábado el plenario de las "62 Organizaciones", enterado de la situación, declaró un paro general por tiempo indeterminado en todo el país a partir del 19 de enero. La resistencia a la privatización del frigorífico municipal, con los vecinos como protagonistas, se amplió al propio barrio de Mataderos, cuya población se desarrolló y creció acompañando la actividad del establecimiento.
Dentro de las acciones e resistencia organizada por los vecinos, estaban la construcción de barricadas para impedir la circulación de los carros de asalto, así como cortar el suministro de energía eléctrica, en tanto que los comerciantes del barrio, mantenían cerrados sus negocios.

Ante esta situación, el gobierno nacional decretó la aplicación del plan CONINTES (Conmoción Interna del Estado) que implicaba enjuiciar por tribunales militares, a los civiles que participaban del conflicto. Sin embargo, la resistencia por falta de organización fue disminuyendo con los días hasta que el 22 de enero el paro general se levantó, aunque en el frigorífico la medida continuó, agravada la situación por una cesantía masiva de personal en más de 5000 obreros y empleados.
Al mes siguiente se reanudaron las tareas con personal contratado nuevo y en 1960 se concretó la venta del frigorífico a la Corporación Argentina de Productores de Carne. El centenario edificio hoy es ocupado por el Laboratorio Roemmers, con su planta "Pharma 2000"


(1) Editor del Semanario Informes, cuyo padre, Aníbal Luis Déboli, en 1959 era tecnico de mantenimiento eléctrico del frigorífico Lisandro de La Torre, y a pesar de su filiación radical, no dudó en participar de la resistencia a la privatización de la empresa del Estado Municipal, que no sólo era eficiente, sino que ademés era superavitaria.


(2) Los historiadores Luis Cortese, Secretario de Redacción de “Historias de la Ciudad” y Teresita Mariaca, directora del área sociocultural del Centro de Gestión y Participación del Barrio de Mataderos, describen en su trabajo de investigación, los pormenores de aquella lucha de quines resistían la abolición del Estado de Bienestar en la Argentina.

Política, medios de comunicación y la batalla cultural


Por Ricardo Forster (*)

Cada época marca su propio horizonte de sentido, responde, con sus propias herramientas y prejuicios, a las demandas de una realidad que escasas veces parece ofrecer una oportunidad para la calma y la serenidad. Y la nuestra, ésta que nos atraviesa de lado a lado, se muestra como particularmente intensa y desafiante, como un ámbito en el que pocas de las cosas que parecían firmes e intocables permanecen estables

A nuestro alrededor se cae el orden económico mundial mientras por estas geografías la mayoría de los medios de comunicación hacen de cuenta que nada significativo ocurre más allá de nuestras fronteras. Nuestras penurias son propias, intransferibles y deben ser puestas en el debe de un gobierno que, según estos mismos formadores de opinión pública, no sabe cómo salir del atolladero en el que se encuentra.

Si no resultase alarmante el modo como se construye el sentido, si no fuese apenas testimonio de cierto giro canallesco de algunos medios o la expresión de un ombliguismo asfixiante en su autorreferencialidad, pareciera que ante la mayor crisis del capitalismo después de la acontecida en los años 30 no cabe otra cosa que achacarle toda la responsabilidad al gobierno o, peor todavía, aprovechar la coyuntura para reproducir exponencialmente una lógica de la catástrofe que intenta volverse profecía autocumplida. Diversas formas del delirio se despliegan en el interior de nuestra corporación mediática hasta alcanzar, eso es lo grave, las playas de la “opinión pública”, que se sube gustosa a esta nueva nave de los locos que, a diferencia de aquellas otras que navegaban los ríos europeos durante el renacimiento, es presentada como la voz de la racionalidad y del sentido común. Nada más extraño y extraordinario que esta sutil capacidad de los lenguajes mediáticos por transformar en creíble un relato que va desenrollando una historia delirante, aquella que permite siempre ver la realidad como si fuera otra cosa.

Lenguaje perverso
Nada más perverso que aquellos lenguajes mediáticos que van horadando al sentido común hasta transformarlo en una máquina de histerismos varios asociados, todos, a una anticipación del fin del mundo. Esto es lo que está ocurriendo mientras el planeta sigue perplejo y casi paralizado ante la continuidad de una crisis recesiva que amenaza con redefinir enteramente la marcha de la historia de ahora en más. Y nosotros, lectores atentos de nuestros sesudos medios de comunicación, vivimos la crisis desde una extraña retórica que siempre nos recuerda que habitamos el país de la catástrofe, en especial cuando desde sus mandos democráticamente elegidos se suele optar por alguna vía algo desviada o ajena a los intereses de los poderes económicos concentrados.¿Cómo decir o escribir desde esos medios que forjan lo que ellos mismos denominan opinión pública, que la crisis económica mundial es el resultado de las políticas neoliberales implementadas en las últimas décadas con absoluta impunidad? ¿Cómo aceptar que los lenguajes hegemónicos, aquellos que desde las usinas del poder económico dominaron discrecionalmente la escena durante años y años, son cómplices de la hecatombe contemporánea, que ellos han contribuido con sus ideas y sus influencias a minar las bases de sustentación de una economía puesta a disposición exclusivamente de los intereses financieros y especulativos? ¿Cómo hacer para desplegar una cartografía de la crisis mundial sin indagar, en ningún momento, por la ideología que sustentó el modelo que hoy ha entrado en disolución? ¿Cómo, finalmente, divagar sobre los males gubernamentales en el mismo instante en que se disuelven las responsabilidades de esos mismos medios que alimentaron durante décadas el rumbo de un capitalismo salvaje y depredador que asoló nuestra sociedad?

Subrealismo
Leer ciertos periódicos o mirar algunos programas televisivos conducidos por aquellos mismos que desde siempre han ocupado el centro de las pantallas diseñando los modos del decir hegemónico y dominante, constituye, por estos días calientes y de zozobras, una suerte de experiencia surrealista, algo inimaginable que, sin embargo, nos sigue mostrando de qué modo algunos hacen como el avestruz mientras el fundamento de sus discursos se desfonda bajo sus pies. ¿Quién le pide cuentas a aquellos que ampararon discursiva y comunicacionalmente la marcha del país hacia una catástrofe anunciada y que, todavía hoy, siguen insistiendo con sus retóricas ejemplificadoras vestidas con las supuestas galas de un republicanismo siempre a la orden de los poderosos? Si algo posibilita esta fenomenal crisis del capitalismo mundial y ya no sólo periférico es, precisamente, la insospechada oportunidad de correr los velos, de horadar los dispositivos de encubrimiento que transformaron intereses particulares en verdades reveladas, eternas y naturales.
Hoy, podemos decirlo así, estamos en condiciones de arrojar por la borda los desechos ideologizados de una visión económico-política que desplegó su dominio a lo largo de las últimas décadas volviendo más desigual e injusto el mundo en el que vivimos.

Resistencia mediática
Pero la mayor resistencia a esta oportunidad desmitificadora se encuentra abroquelada en la corporación mediática, en esos lenguajes que han sabido penetrar hasta el tuétano a gran parte de la sociedad convirtiendo su ideología en sentido común. Allí, entre las rotativas y las cámaras, entre los pliegues del comentario del notero de turno que le da un giro más espectacular y efectista a la noticia, entre el mecanismo sutil de un montaje que selecciona cómo, qué y cuándo mostrar ciertas imágenes, entre ese flujo continuo, equivalente al del agua que todos los días usamos para la vida, y que se desparrama en los pasadizos más íntimos de las conciencias, se encuentra el núcleo del problema, el eje de un giro indispensable que supone asumir hoy, aquí, entre nosotros, la gravedad inusitada de aquello que algunos han denominado “la batalla cultural”, en una época en la que los lenguajes, su modo de relatar los acontecimientos y de definir la marcha del mundo constituyen el núcleo de la querella, el centro neurálgico de una disputa que atraviesa de lado a lado los destinos de la nación.

(*) Ricardo Foster es Doctor en filosofía por la Universidad Nacional de Córdoba, ha cursado estudios de Historia y Filosofía en la universidad Autónoma de México, en la Universidad del Salvador (Argentina) y en el FLACSO. Es profesor titular de grado y posgrado de la UBA, Universidad Nacional de San Martin, Universidad Nacional de Rosario, Universidad Nacional de Camahue, Universidad de Princeton (EEUU), Universidad Hebrea de Jerusalén, Instituto Tecnológico de Monterrey, entre otras. Entre sus ensayos se cuentan W. Benjamin – Th Adorno, el ensayo como filosofía, Itinerarios de modernidad, El Exilio de la Palabra, Walter Benjamin y el problema del mal.

martes, 6 de enero de 2009

La llamada crisis financiera global [1]


Autores [2]:
Lic. Walter Formento
Dr. Adriana Riss
Lic. Gabriel Merino

El disparador de la crisis financiera fue la decisión de la Reserva Federal –Banco Central de EEUU- de subir la tasa de interés del 1% a 5,25%. La Tasa de interés que fija la Autoridad político monetaria de EEUU –FED- subió al 5,25% en junio de 2006 - septiembre de 2007.
Esta política de tasas de interés pinchó la burbuja hipotecaria (elevados precios de las viviendas y sobre-endeudamiento de los propietarios), que fue posible estructuralmente por la política de tasas de interés bajas (1%) de la Reserva Federal conducida por Alan Greenspan, amo y señor de Wall Street y las finanzas globales angloamericanas. Las tasas tan bajas inhibieron aun más el ahorro (-0,5% en 2004) y generó un apalancamiento impresionante al consumo manteniendo a la economía norteamericana en fuerte crecimiento y favoreciendo, por otro lado, la hiper-especulación financiera. Esto se produjo en una sociedad que culturalmente vive del crédito (85%) y es inducida al consumo compulsivo irracional por la Visión Neoliberal dominante desde 1982, que la caída del Muro de Berlín de 1989 y el consenso de Washington potenciaron sin freno.

Política económica, lucha y correlación de fuerzas

Toda crisis económica en el capitalismo es producto de la concurrencia, es decir, de la lucha entre capitales para triunfar en la guerra comercial. Esto es algo elemental pero nunca se dice cuando las catástrofes económicas sobrevienen. Por ello además son cíclicas, siempre vuelven a acontecer en diferentes magnitudes. Salvo que creamos que su repetición es obra de la divinidad, que castiga cada determinada cantidad de tiempo a los hombres, las crisis económicas se dan como producto de la agudización de la guerra comercial. Guerra comercial que es a la vez lucha política y, muchas veces, lucha militar.
En este sentido, la “caída” en febrero de 2006 de Alan Greenspan del timón de la Reserva Federal y la asunción de Ben Bernanke, quien viene a modificar la política del Banco Central Norteamericano, haciéndose eco de los pedidos de algunos Capitales Financieros (por lo general le llaman bancos) que estaban excluidos de las decisiones de la Reserva, forma parte de esta lucha entre capitales en el centro del poder mundial. Además, ese mismo año sube Henry Paulson –máximo ejecutivo de la banca de inversión Goldman Sachs- al frente del Tesoro (ministerio de economía).

Esto indica que otro grupo de actores financieros logra imponer sus intereses para ser parte en las decisiones político-monetarias, lo cual señala que hay un cambio en la correlación de fuerzas entre fracciones financieras en el núcleo del poder financiero global.

Esta nueva correlación de fuerzas se traduce en una tasa de interés al 5,25%, la cual se mantiene por un tiempo “llamativamente” elevada a pesar de la quiebra de dos fondos de la banca de inversión Bears Stearn (julio 2007). A partir de aquí se habla de “crisis financiera”, que se acelera y profundiza al hacer estallar la burbuja inmobiliaria, negocio controlado principalmente por la fracción de capital financiero angloamericano (las grandes redes financieras globales).


La caída del Lehman Brothers, crisis y transición

Ahora bien, la acción que define, profundiza y generaliza la crisis financiera es la decisión de Henry Paulson (Secretario del Tesoro, equivalente a Ministro de Economía en nuestro país) de dejar caer el 15 de septiembre de 2008 al Lehman Brothers, una de las mayores bancas financieras de inversión y parte de la red del Citigroup (donde tenía 138.000 millones de dólares).

La caída del Lehman paralizó el sistema financiero global, “rompió la moneda” y acabó con el crédito, dijeron desde adentro.

En este contexto, Paulson lleva adelante el plan de la línea de intereses financiera americana, que contiene dos objetivos fundamentales:

1- la eliminación de la banca de inversión creada y controlada por la Red Angloamericana como instrumento financiero y

2- la disposición de 700.000 millones de dólares para comprar activos tóxicos –deuda mala o incobrable- de las entidades financieras, favoreciendo determinado proceso de centralización, es decir adquisiciones por parte del JPMorgan y el Bank of America.

Como contraofensiva al Plan de Paulson, se despliega otro plan desde el cerebro del sistema financiero mundial, Londres, para estabilizar y salvar sistémicamente las finanzas globales. Gordon Brown, el Primer Ministro Británico, ligado al grupo financiero Lloyd’s TBS, fue su portavoz.

En este escenario, el gobierno de EEUU también debe adoptar, muy a su pesar, la medida de la nacionalización parcial de la banca (sin derecho a lugar en el directorio), ya que de lo contrario la crisis se profundizaría particularmente en territorio estadounidense, quedando relativamente aislado del resto del mundo.

La caída del Lehman Brothers guarda relación con la necesidad de ir directamente y frontalmente por la destrucción de la banca de inversión angloamericana y desarticular la Red financiera global. Con la caída del Lehman el principal damnificado es el Citigroup, la mayor red financiera global hasta la crisis, quedando en mejor posición las redes financieras globales con base en Londres: el HSBC y el Lloyd´s.


La nueva forma de capital: la Red Financiera Global

A partir de 1967-73 una nueva forma de capital financiero empieza a desarrollarse, se consolida hacia 1982 e inicia el camino para volverse dominante en 1988-91.
Esta es la nueva forma de capital, la del capital financiero global organizado como Red financiera que monopoliza el conocimiento estratégico y el capital dinero. Esta forma de capital hace al tercer momento del capital financiero. Primero fue su forma internacionalizada de capital dinero a préstamo, luego la forma de la corporación multinacional que controla activos físicos en múltiples países, y ahora la forma de Red Financiera Global que supera a los países como territorialidad social.

La fracción de capital más avanzada y dinámica a nivel mundial la constituyen las redes financieras transnacionales angloamericanas [Citigroup, HSBC – Lloyd’s - Banca Rothschild & sons], que conforman la Red Imperialista Global.

A esto se le opone, agudizando día a día su enfrentamiento en los distintos planos de lo social, la fracción retrasada: el capital financiero transnacional americano (JP Morgan, Bank of American, Goldman Sachs), cuyo viejo imperialismo de país central, va desarrollando comportamientos fascistas, es decir, disciplinamiento mediante el miedo, el terror y la represión, apelando fundamentalmente a la fuerza militar-policial, para librar el enfrentamiento por la configuración de un nuevo orden mundial.

En esta guerra financiera, más allá de otros actores internacionales que aquí excluimos, vemos el accionar de la fracción retrasada de capital, que tiene la imperiosa necesidad de mantener a EEUU como único polo de poder mundial y al dólar como moneda hegemónica. Estos intereses expresados en el partido republicano y particularmente en el gobierno de George W. Bush, debilitan fuertemente a las redes financieras globales angloamericanas antes de entregar el poder a los demócratas.

La crisis financiera, como POLITICA de golpe de estado usando armas propias del MERCADO financiero, al mismo tiempo que debilitó al Citigroup, fortaleció al JP Morgan/Bank of América, y en el desarrollo del proceso de fortalecimiento del JPMorgan/BofAmerica emerge la respuesta desde Londres con el primer ministro Gordon Brown a la cabeza junto con el HSBC, el Lloyd´s y la vieja casa de las finanzas imperiales, los Rothschild & sons.

Bajo una situación de empate en el núcleo de poder mundial cambian los actores y el orden en los polos principales del enfrentamiento: JPMorgan/BofAmerica vs HSBC/Rothschild.


Las enseñanzas de las Grandes Crisis Financieras

La primera gran crisis se inicia en 1890/3, da nacimiento al Capital Financiero Internacional, y termina en el tratado de Versalles en 1919, 26/29 años después y Guerra Mundial mediante. En este tiempo se abrieron los espacios de oportunidad para los procesos de liberación nacional democrático-sociales de los pueblos y naciones oprimidas.
La crisis que provoca la lucha inter-imperialista resquebraja la hegemonía de las fuerzas dominantes, debilita a los contrincantes en pugna, produce una “crisis en las alturas” y abre la oportunidad histórica para los pueblos y naciones oprimidas por los imperios.
La segunda gran crisis se inicia en 1929/32 y se cierra en el tratado de Bretton Woods en septiembre de 1944/46, 12/15 años después. La guerra comercial de los años 30’ deviene en lucha militar y en Guerra Mundial a partir del 39’.
La gran crisis que transitamos en la actualidad abre el tiempo de profundización de las luchas ínter-imperialistas y, al mismo tiempo, la Oportunidad Histórica para los pueblos y naciones del SUR. Los actores financieros con sus medios de comunicación y sus aliados locales intentan imponer la crisis y fomentar un clima de que “todo se viene abajo”, como sucede en los países dominados por las redes financieras. Sin embargo, las fuerzas nacionales de Nuestra América observan este momento, a través de las enseñanzas históricas, como una inmejorable Oportunidad para construir los proyectos de integración autónoma y emancipación definitiva.

[1] Este articulo forma parte del proyecto de investigación en curso acerca de los cambios
estructurales que produce y forma parte la Crisis Financiera Global de 2007/8.
[2] CIEPE –Centro de Investigaciones en Política y Economía. Noviembre-Diciembre de 2008.