martes, 10 de marzo de 2009

Orlando Barone: “Estar en contra te da patente de inteligente”


El periodista y pensador contemporáneo acaba de dejar su carta abierta en la mañana de Continental para sumarse al equipo de radio del Plata. Con más de 50 años y después de haber trabajado para medios como Ámbito Financiero y La Nación, Barone afirma que los periodistas no se rigen por el poder político, sino por el económico. “Yo puedo decir `Kirchner es un tarado´ y no ocurre absolutamente nada. Pero qué pasa si yo hablo de una empresa y toco determinados intereses...”

“En general, se teme que les pague el gobierno de turno, porque cuando el periodismo dice “El poder” se está hablando del poder político. El periodista cree que ese es el poder. Mentira, el periodista sabe que ese no es el poder. El periodismo sabe que el poder es el económico. El poder económico puede comprar tanto al político como al periodismo”, sostiene Orlando Barone.
Barone se destacó siempre por su tono provocativo, sus análisis sociológicos y culturales, su capacidad de diversificar la mirada y poner el ojo allí en dónde pocos miran. Después de tantos años en el ruedo, ninguno se anima a ponerle una etiqueta política.
“Yo no estuve con el golpe del ´55 contra Perón. Todo mi colegio de Belgrano, el General Roca, apoyó y estaban metidos en “la gesta de la Revolución Libertadora”. Yo me corrí de esa…aunque no era peronista”, recuerda Barone y precisa: “La única vez que sentí que me había involucrado de una manera más democrática, quiero decir no sólo popular, donde las clases medias tuvieran una participación interesante y visible fue con Alfonsín y la Democracia”.
“La idea de un Alfonsín que venía a derramar un diálogo, la posibilidad de convivencia de dos partidos populares, ¿por qué me gustaba? Porque Alfonsín no significaba la derecha, significaba un partido popular diferente al partido peronista. Me pareció atractivo y lo defendí mucho. Y lo sigo defendiendo ahora porque hoy hay muchos radicales que desearían que se muriera rápido para convertirlo en prócer y usarlo para las elecciones”, explica.
Barone se extiende en su respaldo al radicalismo de los 80 y dice: “Ese simbolismo de Alfonsín agigantado en esta democracia revuelta que hay hoy, rescatado, con estos 25 años que se cumplieron, por supuesto que les conviene porque hoy no hay ningún símbolo; lo tenían abandonado ellos mismos, entonces el peligro es que quieran usufructuarlo, y con derecho porque son radicales…, tienen más derecho que los peronistas”.


Su paso por La Nación
En 1996 La Nación decide armar el suplemento “Enfoques” y le piden a Barone que, con plena libertad, haga una columna llamada “Puerto libre”. “No me dieron ninguna indicación, y yo empecé a ser creativo con esa columna”, cuenta el ex de Continental. Barone recuerda que hasta la llegada del 2000 el diario fue un escenario apacible y creativo, por los que trabajó muy libremente durante esos años.

Pero llegó De La Rúa, a quien Barone apoyó, la crisis y los cambios en América Latina. Vino el gobierno de Néstor Kirchner y el escenario del diario se transformó. “Me di cuenta, a partir del kirchnerismo, qué fácil que es estar en contra y qué difícil es estar a favor. Estar en contra te da patente de inteligente y estar a favor, patente de sumiso. Esto lo percibe el que lee y consume. Y los periodistas queremos que el lector nos lea porque si no nos quedamos solos”.
El momento de inflexión llegó con la crisis entre el Gobierno y el campo, cuando La Nación tomó por una ruta y Barone dobló a la izquierda. “Mi mirada en el diario La Nación, que seguía siendo irónica, estaba en un contexto totalmente desacoplado. Es como un actor de comedia que está dentro de una tragedia, y siento que no causa gracia sino patetismo. El día de mi cumpleaños dije: “Me tengo que gratificar” y renuncié en la misma columna, ante la sorpresa de los propios editores que recibieron mi columna diciendo: “Esta es la última columna que escribo”.

Mirar a Cristina
Barone desdeña las críticas superfluas y vacías que la oposición y muchos periodistas hacen de la gestión de Cristina Fernández. Pero pone el acento en una en particular: la del doble comando. “Hablan de ese mando compartido, con una gran influencia del ex presidente (Néstor Kirchner) sobre ella”.
“Si vos lo querés ver desde un punto de vista de contaminación negativa, lo ves. También lo podés ver como una contaminación positiva. Por ejemplo, si yo te hablara de Jean Paul Sartre y de su mujer Simone de Beauvoir, esa convergencia de neuronas, de ideas, de literatura y pensamientos sobre el mundo, fijate si nutrían a una y a otro… Y nadie puede decir que Simone de Beauvoir era la chirolita de Sartre, o viceversa”, reflexiona Barone. “Me parece que a este Gobierno esto lo engrandece más que aquello que lo reduce. Entonces, si la oposición se dedicara realmente a criticar lo verdaderamente cuestionable, eso sería una discusión posible, transparente, por ahí podrían aparecer argumentos leales en un tema como por ejemplo, la jubilación de reparto”.

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