miércoles, 25 de febrero de 2009

Propuesta para terminar con el conflicto del campo


Por Alejandro Rofman (*)

En este artículo se propone un análisis de estrategias de desarrollo que satisfagan objetivos de crecimiento social y ambientalmente sustentables y una justa distribución de la riqueza y el ingreso en el agro argentino

La grave sequía que afecta parcialmente a la actividad del agro argentino y el debate aún inconcluso de la apropiación de la renta extraordinaria de la tierra, fruto de la devaluación del 2002 y del aumento de los precios internacionales de los commodities, ha planteado un nuevo conflicto con las cuatro entidades que actúan en representación de los dueños de la tierra.
El deterioro de los precios de los commodities agrícolas, con motivo de haberse pinchado la burbuja financiera que los envolvía ha supuesto volver, con una leve mejoría, a los precios de inicios del 2008 que fueron de $ 910,20 la tonelada de soja (8 de enero, según Clarín Rural).

Así, en la última cotización disponible (10 de enero de 2009) el valor en el mercado argentino es de $ 930 la tonelada, deducidas las retenciones. Es un valor superior al de septiembre del 2007: $ 805 la tonelada. Desde el 2001, cuando la soja se cotizaba internamente a $200 la tonelada, el incremento ha sido de casi 500%. No hay costo interno que haya experimentado tamaño aumento.
El mejor precio del 2008 fue de $ 1.200, período en el que los agroquímicos descendieron, por la caída del precio del petróleo y del gas, entre un 30 y 50%, y la renta de la tierra también sufrió una reducción singular por la caída del monto de los arrendamientos (alrededor de un promedio del 40%).
Los medianos y grandes productores de soja todavía conservan, en sus silos, alrededor del 25 al 30% de la cosecha anterior, a la espera de reducción de retenciones o suba del precio. Esto último ocurrió en enero y febrero.

Impacto
La ganadería que se alimenta con pasturas, frente a la sequía, ha tenido serias mermas. Es de hacer notar que el 50% de la alimentación del ganado vacuno en nuestro agro, hoy en día, se satisface con alimentos balanceados, en feedlots. Para los establecimientos respectivos la sequía no ha producido impacto alguno.
La producción nacional de aves, huevos, cerdos y corderos, entre otros, ya dejó de ser una actividad a campo abierto y se concentra en establecimientos industriales sobre la base de productos balanceados. La producción de fruta como la pera, la manzana, los frutales de carozo, la uva, el olivo, gran parte de los cítricos, un segmento importante del tabaco, las verduras, la hortalizas y las legumbres, para citar los más conocidos, usan en proporción total o parcial, agua de superficie o subterránea para obtener el necesario aporte hídrico.
En suma, la política a corto plazo implica auxiliar decididamente a unos 60.000 dueños de la tierra o arrendatarios ubicados preferentemente en la Pampa Húmeda y Chaco y Corrientes (un 20% del total de productores agrarios de la Argentina), afectados por los bajos precios y la sequía.
Para salvar ambos problemas, que este año han dañado los cultivos bajo secano y los rodeos de ganadería vacuna alimentados con pasturas, es preciso actuar con una estrategia tanto de apoyo directo como de proyección a futuro. Lo que se debería adoptar, además de las decisiones en marcha, todas encuadradas en legislación disponible, sería:
· Incrementar las compensaciones pecuniarias y en especie exclusivamente dirigidas hacia los pequeños y medianos productores empobrecidos, que poseen baja capacidad de capitalización. Los más grandes han tenido muy elevadas rentas y ganancias en los últimos años y deberían tener que usar parte de tales recursos para soportar una campaña insatisfactoria, como cualquier empresa capitalista.
· Reducir sustancialmente o eliminar las retenciones a los pequeños y medianos productores empobrecidos que cultivan trigo, maíz y girasol para la próxima campaña y ofrecer amplios créditos a tasa de interés subsidiada a fin de recomponer el capital de trabajo. Ello implicaría un fuerte aliento a tales productores.
· Sancionar cuanto antes una nueva Ley de Arrendamientos que garantice contratos de no menos de tres años con el fin de favorecer la recomposición de inversiones por parte de los arrendatarios. El 70% de la tierra pampeana productiva está alquilada, por lo que es preciso regular ese modelo de utilización que garantice sustentabilidad ambiental y adecuados ingresos para el arrendatario, siempre en la franja de la pequeña producción.
· Promover un programa de utilización de agua de superficie o subterránea para productores pequeños con el fin de defenderse ante una reducción de las precipitaciones pluviales. Difundir al máximo el seguro agrario.
· Garantizar al pequeño productor que la actual baja de precios de los insumos se mantenga para toda la futura campaña productiva de los dos cereales consignados y el girasol.
Frente a esta propuesta altamente redistributiva y destinada a favorecer a los sectores sociales menos privilegiados del agro pampeano se alza la demanda de las cuatro entidades que representan a los dueños de la tierra de suspender todas las retenciones por el término de 180 días. Tal demanda, a la que se han adherido entusiastamente los partidos políticos opositores que se autodenominan de centroizquierda, pero que en realidad responden a los intereses de sectores tradicionales y modernos de la derecha Argentina sólo favorecería a los mayores operadores financieros que producen soja en el agro argentino.

(*) Alejandro Rofman
Doctor en Ciencias Económicas e investigador principal del CONICET y del Centro de Estudios Urbanos y Regionales del Centro de Estudios Avanzados de la UBA, además de Profesor en la Facultad de Ciencias Económicas (UBA). Dirigente del Partido Socialista. Economista integrante del Grupo Fénix y de Carta Abierta.

1 comentario:

Ester Lina dijo...

Muy elaborados los puntos de su solución para el actual conflicto... me parece justo lo que expone...
Lo saludo