lunes, 27 de octubre de 2008

Inseguridad: problema para un estadista

Panorama bonaerense
Por Félix Avalos, especial para Informes
Siempre latente, a veces escondida detrás de otras noticias, la problemática de la inseguridad ha recobrado fuerza tras los luctuosos hechos ocurridos la semana pasada en el Gran Buenos Aires.

La inseguridad, no cabe ninguna duda, es, por su extrema complejidad y su alto impacto social, el problema más difícil que enfrenta el gobernador Daniel Scioli. Cierto es que se trata de un problema heredado, pero a más de 10 meses de gestión al frente de la Provincia poco es lo que puede mostrar en su haber y, en cambio, parece que el debe no para de incrementarse. Cómo explicarle a una sociedad lacerada, que vive en un estado de exaltación permanente por hechos delictivos que se suceden unos tras otros, con picos que alcanzan una gravedad absoluta como el asesinato del ingeniero Ricardo Barrenechea, en su casa y frente a su familia, que la inseguridad es un asunto que no puede solucionarse de un día para el otro y que a veces los avances en un sentido quedan relegados por la realidad más cruda, aquella que exhibe los graves problemas sociales que padece y que muchas veces no quiere ver. Está claro que aquí hay responsabilidades compartidas cuya duración debe medirse en lustros y no en meses y que es hora, de una vez por todas, que quienes ocupan sitios de conducción, en todas las áreas vinculadas a la problemática, se pongan de acuerdo en un plan y comiencen a trabajar para revertir la situación. Para pensar en qué situación estamos, repasemos la historia de los últimos veinte años, en los que grandes franjas de la población cayeron de la pobreza a la indigencia absoluta. Familias completas quedaron fuera del mercado laboral y de la posibilidad de crecer en un ambiente más amigable y no tan hostil. El trabajo, por no tenerlo, dejó de ser parte de la identidad de millones de personas y con ello miles de familias se desbarrancaron en la miseria, la promiscuidad y la anomia más absoluta, mientras buena parte la élite dirigencial, profesional, deportiva y artística –por nombrar algunas- mostraba, amplificado por los medios de comunicación, cómo de la noche a la mañana, se podía ser exitoso sin tener que justificar el origen de tanta riqueza. Mientras unos no tenían nada, otros se vanaglorian de tenerlo todo, muchas veces sin poder explicar cómo lo lograron.
El que siembra vientos…
Cuál podría haber sido el resultado de este cóctel explosivo que se fue macerando sin prisa y sin pausa para llegar dos décadas más tarde a cosechar la realidad que hoy vivimos, o mejor dicho padecemos.Qué futuro pensábamos que iban a tener aquellos chicos descalzos y mugrientos que pedían una monedita en los semáforos allá por 1995. Qué creíamos que iba a pasar con las familias expulsadas de los centros urbanos a asentamientos absolutamente precarios, sin educación y sin salud y con absoluta ausencia del Estado. Qué otra cosa hubiera podido pasar con los pibes que salían a cartonear y abandonaban la escuela, a la que sólo se acercaban para recibir un plato de comida.Ni hablar de la extensión y profundización del alcohol y la drogadependencia entre los jóvenes. El problema se tornó realmente grave con la baja cada vez más pronunciada del ingreso al consumo y la profusión de drogas cada vez más baratas y nocivas para la salud del adicto. También aquí el cóctel es explosivo y se expande con progresión geométrica.

Rehenes del sistema
Entiéndase bien, no estamos diciendo con esto que todos los excluidos optaron por el camino de la delincuencia, ni mucho menos que todos los delincuentes provienen de sectores postergados, pero es evidente que existe una relación muy importante de causa-efecto que remite a lo que acabamos de describir en hechos como los que enlutaron a la comunidad de San Isidro hace quince días, en donde todos (asesinos y asesinado) son víctimas.Tampoco estamos señalando que la gente que ha progresado merced a su trabajo, situación que por otra parte no debe llamar la atención de nadie porque se supone que es lo normal y esperable, es culpable y debe pagar por la situación social en la que viven miles de personas de manera verdaderamente dramática.
Simplemente observamos el cuadro con cierta perspectiva, situación que nos permite afirmar que el problema de la inseguridad no es un asunto que se pueda resolver de un día para el otro y que no alcanza con poner más policías, comprar más patrulleros o bajar la edad de imputabilidad para a los menores que cometen delitos graves. Está claro que algo hay que hacer, pero también está claro, porque la realidad es la única verdad como decía alguien que fue presidente de los argentinos, que lo hecho hasta aquí, y no por escaso, ha resultado poco fructífero o no ha dado los resultados esperados.
Qué le queda a Scioli
Volviendo al principio de este comentario, la gestión que encabeza Daniel Scioli lleva apenas 10 meses al frente del gobierno provincial y no se le puede achacar la total responsabilidad de la situación. Pero sí se le debe pedir una mirada distinta a la situación, porque es evidente que lo hecho hasta aquí no termina de funcionar.Hace unos días, también luego de un caso de inseguridad de alto impacto en la opinión pública, el gobernador dijo que convocaría a las fuerzas de oposición a debatir la situación. La reunión se realizó en el Senado de la provincia, con la presencia del ministro Stornelli, y quedó allí, como una de las tantas que se apuran al calor de las necesidades mediáticas.Ya que el problema abordado desde lo social cuenta con poca repercusión, recursos y apoyo político, ¿No es hora de que en vez de hacer reuniones para las fotos se pongan realmente en serio a acordar un plan de seguridad de largo aliento y con una mirada lo suficientemente abarcadora para incluir en él acciones que lleven a disminuir paulatinamente no los efectos sino las causas de la enorme cantidad de delitos que se producen en la Provincia y que tiene como protagonistas a pibes cuya única contención son otros pibes tan abandonados como ellos?.
Tiempo agotado
No es hora que el Gobernador, los ministros, los legisladores, los intendentes, los concejales, como legítimos representantes del pueblo, se pongan a trabajar seriamente, pero bien seriamente, en revertir la tendencia, destinando los recursos necesarios, y que detrás de ellos se encolumnen todos los sectores de la vida económica y social, sin excepción de la Provincia.Sería una medida de verdadero estadista que Scioli llame a esta cruzada no para acabar con los delitos, acabando con los delincuentes, porque está visto que por cada caso resulto hay una decena por resolver, sino para acabar con una sociedad injusta e inequitativa que alimenta con descarada fruición la maquinaria de la delincuencia con pibes dejados a la mano de Dios y convencidos que la vida no vale nada porque la de ellos no le importa a nadie.El camino a desarrollar no será fácil ni estará exento de problemas pero de una vez por todas hay que encararlo, porque cuanto más demoremos más tiempo llevará revertir la situación.

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