jueves, 5 de mayo de 2011

Papel para diarios: síntomas de descomposición en el monopolio y sus aliados


Por Jorge Déboli, editor de Informes, Secretario de Diarios y Periódicos Regionales Argentinos (Dypra)

Con el reciente dictamen de la Unidad Fiscal Federal de La Plata, interviniente en casos de terrorismo de Estado, donde se califica como "un crimen de lesa humanidad a los hechos que rodearon la transferencia de acciones de la empresa Papel Prensa entre 1976 y 1977", comienza a cerrarse un ciclo de restricciones a la Libertad de Información que la inmensa mayoría de los medios gráficos de la Argentina y sus ciudadanos vienen sufriendo desde hace más de 30 años a través del manejo monopólico del precio y la provisión de papel para diario, por parte de dicha empresa.

Si tomamos como referencia los últimos 10 años (enero 2002 / abril 2011), es decir, desde la salida de la convertibilidad hasta nuestros días, el precio del papel para diario -el principal insumo y componente en la estructura de costos de un diario Pyme-, hoy cuesta un 620 por ciento más caro, mientras que sus dos únicos ingresos, -el precio de tapa y la publicidad-, crecieron un 200 % y un 400 % respectivamente, que representan en promedio en dicho período, un 300%.

Ante semejante déficit y para evitar su cierre, muchos diarios se vieron obligados a financiarse con diferentes mecanismos que perjudicaron no sólo a los empresarios periodísticos con el desbalance de su ecuación económica, sino principalmente a los lectores, que vieron reducida la cantidad de páginas impresas por su diario, es decir, una importante reducción en la cantidad de contenidos entregados por el mismo, como consecuencia de una importante reducción en las compras de dicho insumo.

También fueron perjudicados los trabajadores del medio, que si bien no se conocieron casos de despidos por esta causa debido a su carácter de empresas familiares, si vieron precarizada su situación laboral, ya que muchos medios dejaron de hacer los correspondientes aportes previsionales. La tercera vía de financiación, fue el endeudamiento fiscal, al dejar de tributar el iva y otros impuestos.

En abril de 2009, esta situación se vio aliviada, pero no solucionada, cuando la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, anunció los Convenios de Cancelación de Pasivos Fiscales, mediante los cuales se posibilitaba a todos los medios de comunicación de la argentina, canjear su deuda fiscal contraída hasta el 31 de diciembre de 2008, por espacios de publicidad.

Sin embargo, la medida no fue acompañada por otras que se venían planteando desde 2003, para terminar con el déficit estructural de los medios gráficos pymes, como el establecimiento por ley de un régimen impositivo acorde con las características que distinguen a los medios gráficos locales: la modificación de los criterios de distribución de la publicidad oficial; garantizar el abastecimiento total de papel para uso editorial (actualmente se siguen importando cerca de 70.000 Tnl anuales); facilitar la actualización tecnológica de las imprentas, entre otras medidas.

La cuestión, es que hoy, nueve meses después de que los diarios pymes pudieron expresarle a la presidenta de la Nación, la problemática del sector, el papel para diario cuesta un 31 % más caro, en tanto que el precio de tapa y la publicidad, se mantuvieron estables. Algo así, como estar de nuevo en el horno para los editores de diarios.

Empresarios rehenes
Claro está, la situación de los editores de periódicos no es el caso de los empresarios de otros rubros que no son rehenes de un proveedor monopólico de su principal insumo. Si un diario no tiene papel para imprimir sus ediciones, el diario no sale.

Es así que la provisión de papel para diario y su precio, fueron temas tabúes en las cámaras y asociaciones que nuclean a los periódicos en la Argentina, impidiendo por muchos años abordar su tratamiento.

Ahora las cosas empiezan a cambiar. Por primera vez la Justicia habla en un dictamen que involucra a civiles que presuntamente cometieron “crímenes de Lesa Humanidad”, y entonces sus aliados comienzan a despegarse y tomar distancia.

Un comentario sintomático de esta situación, fue el escuchado de la boca del editor de un importante diario del interior, asociado en un emprendimiento con el monopolio:la caída del grupo, como un alud nos va a terminar arrastrando a todos”. El preocupado empresario, hizo este comentario a un reducido grupo de editores, en un coffee break de la última Asamblea de Adepa, realizada en septiembre de 2010.

Error de cálculo

Por estos días, el síntoma más significativo, por el hecho de provenir de uno de los más talentosos editores de diarios opositores al gobierno nacional, lo constituyó el discurso pronunciado por Jorge Fontevecchia, en la cena de clausura de la Junta de Directores de Adepa, realizada la semana pasada en Buenos Aires.

Fontevecchia, que a partir del debate sobre la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual había hecho causa común con Clarín y La Nación, luego de criticarlos con dureza durante mucho tiempo por el manejo del precio y la provisión de papel, llegando incluso a renunciar a la entidad controlada por estos dos diarios, se aprovechó de un terrible error de cálculo de quienes lo propusieron como orador en la cena de la entidad.

Parábola psicoanalítica

El paranoico presume que alguien lo va a atacar y para defenderse lo ataca primero. El atacado, también para defenderse, devuelve la agresión. El paranoico confirma su teoría: querían atacarlo, y continuó, anticipando de alguna manera el fin de la guerra mediática, no se puede ganar una discusión con un paranoico entrando en su juego. Los medios de comunicación que responden la agresión del Gobierno se están suicidando. Además, en su inmolación, le dan la razón al paranoico, que dice, con lógica: “¿Vieron…?”.
Seguidamente, y ante la sorpresa de los sesenta comensales, entre los que escasamente había 30 los editores de diarios, el Ceo de Perfil se despachó pasándole a los accionistas privados de Papel Prensa, una vieja factura impaga:
Lo que sucedió con los diarios Clarín y La Nación dañó al periodismo”, disparó sin anestesia ante la mirada atónita de su auditorio, y fundamentó, ”el primero apoyó por conveniencia y el segundo calló por miedo todos los primeros años del kirchnerismo”, para luego reprocharles, recién mucho después se despertaron críticos el día que el Gobierno decidió tratarlos como opositores”.


Palos y consejos
Fontevecchia no fue sólo crítico con los principales diarios de la Argentina, quizás sin proponérselo, también lo fue con la dirigencia política sumisa ante el poder mediático: antes de Kirchner, los medios eran el espejo donde los políticos se miraban, Kirchner hizo que sean los medios los que se miren en el espejo del Gobierno. Kirchner invirtió el espejo, dijo el editor en un reconocimiento implícito al ex presidente por la revalorización que éste hizo de la política, lugar que en los ´90 fue ocupado por los medios de comunicación.
De un laberinto se sale por arriba, pontificó Fontevecchia, “dilema que no se resuelve con el triunfo de uno de los dos que tiran de una cuerda, sino a través de una acción superadora, y propuso, a lo que llaman periodismo militante no se le debe contraponer otra forma de periodismo beligerante, sino periodismo puro, sin aditamentos”.

Política y académicamente correcto el consejo de Fontevecchia dado a los principales editores de medios opositores al gobierno, pero llega un poco tarde. El daño que estos medios se hicieron a si mismo, a sus trabajadores y a sus audiencias, permite inferir que están en un punto de difícil retorno. La credibilidad, es el mayor capital de un medio de comunicación, que cuesta mucho ganar, pero muy poco para perderla.

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