domingo, 15 de mayo de 2011

“Se acabó el miedo. El miedo se fue con María Sol”


La historia de Victoria Montenegro

PLAN SISTEMÁTICO DE APROPIACIÓN DE HIJOS DE DESAPARECIDOS

Por Alejandra Dandan, periodista Página/12

En la causa sobre el plan sistemático de apropiación de hijos de desaparecidos, Victoria Montenegro denunció que el fiscal de Casación Juan Martín Romero Victorica le filtraba información al coronel Herman Tetzlaff, su apropiador y asesino de su padre biológico.

Victoria, entró en la sala de audiencias sin pañuelo de mano, convencida de que no le iba a hacer falta. Su apropiador se lo había dicho muchas veces: que no llorara, que si lo hacía, era una forma de mostrarse débil ante el enemigo.
Victoria Montenegro ese día lloró, lloró mucho, acompañada por buena parte de la sala. Contó escenas de sus años de hija de desaparecidos apropiada por un coronel de Inteligencia del Ejército. Por primera vez en su vida declaró contra él y, de alguna manera, a favor de la recuperación de la historia de sus padres biológicos.
En medio de ese relato denunció al fiscal de Casación Juan Martín Romero Victorica porque, mientras la Justicia investigaba a su apropiador, el fiscal le filtraba información de la misma. Al terminar la audiencia, en la causa sobre el plan sistemático para apropiar hijos de desaparecidos, el fiscal Martín Niklison pidió al Tribunal Oral Federal 6 que impulse una denuncia penal contra Romero Victorica y envíe los datos al procurador general.
Victoria nació el 31 de enero de 1976. Sus padres eran Hilda Ramona Torres y Roque Orlando Montenegro, dos militantes de la JP primero y luego del ERP, ambos salteños.
Trece días después de su nacimiento, un grupo de tareas entró en la casa donde vivían, en Boulogne. Tetzlaff era el jefe del operativo, un hombre que había sido jefe de los grupos de tareas de El Vesubio,
jefe de Inteligencia y en algún momento encargado del arma de Comunicaciones en Campo de Mayo. Se apropió de Victoria seis meses después del operativo en el que él mismo asesinó a su padre. ¿Usted vivió con otra identidad durante muchos años? –preguntó Niklison al comenzar la audiencia.
La historia “Me llamaron María Sol Tetzlaff Eduartes, nacida el 28 de mayo del ’76 en Boulogne, San Isidro, como hija del coronel Herman Antonio Tetzlaff y de su esposa, María del Carmen Eduartes”, explicó.
-¿Qué versión le dieron?
- “Yo siempre tuve dudas, pero sobre el horario en el que había nacido. Me decían que el 28 Herman tuvo un desfile militar en San Isidro, ella se descompone y yo nací en la Clínica del Sol.”
- ¿Cuándo aparecieron las dudas de que no sería hija de ellos?
- “Cuando tenía nueve años, llaman a Herman a un juzgado de Morón. Un día yo lo acompaño. Entro con él al despacho del juez y el juez pregunta si no era mejor que yo esperara afuera.
Él dijo que no. El juez saca del cajón una causa y le dice que las ‘viejas’ (por las madres de Plaza de Mayo) ya estaban empezando a molestar. Que se quedara tranquilo, pero que tomara conocimiento de que estaba pasando esto.”
Victoria no se acuerda del nombre del juez, pero sabe que en ese momento empezó la causa a Tetzlaff. “Hasta entonces, yo lo que sabía era que en Argentina hubo una guerra, en ese momento yo consideraba a Herman como mi papá, para mí la subversión se estaba vengando de ellos que habían sido soldados; que los desaparecidos eran mentira. Pensaba que no eran personas físicas, sino un invento de las Abuelas.”
Romero Victorica Con la democracia, a Tetzlaff lo ascendieron a Coronel, lo mandaron a Paraná como juez de instrucción militar para alejarlo por las causas que empezaban a ventilarse en Buenos Aires. Cuando Victoria cumplió 15 años, lo detuvieron por primera vez: entonces apareció Romero Victorica.
“Herman estaba muy nervioso. Un día me llama y me plantea que ya había una causa que había tomado (Roberto) Marquevich, que era un juez montonero, que estaban las Abuelas de por medio, que lo más probable era que me sacaran sangre para compararla con el Banco Genético.” También le dijo que seguro iban a decirle que era “hija de la subversión, así es que seguramente después vengan y te saquen de
casa. Yo decía mientras tanto que no: que diera lo que diera, me iba a quedar con él; él me lo agradeció y que me dijo que no esperaba otra cosa de mí”.
La verdad Para entonces, Tetzlaff tenía a su “amigo en Comodoro Py” que le pasaba todos los datos.
Cuando Marquevich, que era juez de San Isidro, la llamó para sacarse sangre, Tetzlaff la acompañó al Banco Genético.
Poco después, le anunciaron que no era hija de quienes hasta ese momento suponía sus padres. “Me dijeron que en un 99% yo no era hija de ellos, pero yo dije que me quedaba con ese 1%, porque sí era hija de ellos.”
En el camino, Tetzlaff quedó detenido. Romero Victorica puso a sus amigos abogados que le debían un favor. Uno de ellos era un sobrino suyo con el mismo apellido Romero Victorica y otro Martín Anzoátegui,
juez federal durante la dictadura.
“Lo sacaron a Herman a los tres meses de Caseros”, recordó ella.
Persistencia Mientras tanto, Marquevich seguía buscando la identidad.
Un día le pidió más sangre para compararla con otras muestras, pero ella se negó para frenar la causa. Un mes y medio después, su apropiador, que ya sabía lo que estaba pasando, le avisó que la iban a
llamar de la Cámara de Casación de San Martín. Ella entró a entrevistarse con los jueces sabiendo que había tres, “uno subversivo y montonero y dos de los nuestros”, dijo. Después de entrevistarla, la Cámara sacó un fallo aceptando que no se sacara sangre.
Finalmente, no hizo falta una nueva muestra. Con los nuevos métodos, el juzgado hizo el cruce. Marquevich la llamó un día para decirle cuál era su familia: “Me agarró terror –dijo ella–, porque era hija
de la subversión, ése fue el primer miedo”.
Confusión Para mí, Marquevich era el enemigo en ese momento, era el que me estaba robando a mi familia. Hoy puedo entender que fue el que me ayudó a recuperar a mi familia, mi identidad y mi vida. La actuación del Juez y sus equipos produjeron el encuentro con sus familiares el día 23 de julio de 2001.
En el ámbito del juzgado, los abuelos maternos Brígida Cabrera de Torres y Domingo Torres y la tía Lucía pudieron reencontrase con Victoria. Las familias Montenegro y Torres son oriundas de la localidad de Metán, provincia de Salta.
Ambas sufrieron la persecución de la dictadura. El matrimonio Cabrera- Torres tiene 3 hijos desaparecidos, además de haber sufrido la cárcel y el exilio otra de ellas y la madre Brígida.
Hoy, Victoria Montenegro de 33 años, tiene una familia constituida con tres hijos e inicia un camino hacia su verdadera identidad. “Se acabó el miedo. El miedo se fue con María Sol. Yo soy Victoria”.

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