lunes, 12 de noviembre de 2012

El 8N y el traje nuevo del emperador

El pasado 8 de noviembre (8N) los sectores medios y altos, realizaron un
cacerolazo en contra de algunas medidas del gobierno nacional. Archivo

Por Jorge Déboli, Editor periodístico; Vicepresidente Ejecutivo de la Cámara de Diarios y Periódicos Pymes de la Provincia de Buenos Aires (Cadypba), Secretario de la Comisión Federal Asesora (papel para diarios).

«Sólo porque todo el mundo crea que algo es verdad, no significa que lo sea» Hans Christian Andersen

La implantación de las políticas neoliberales en nuestro país se remontan a mediados de la década del ’70, para ser más preciso al 4 de junio de 1975,  cuando el tristemente célebre ministro de Economía del gobierno de Isabel Perón, Celestino Rodrigo, implementó un inédito y brutal ajuste, que nadie pudo prever su alcance, que luego los argentinos bautizaríamos como el “Rodrigazo.
La medida fue implementada luego de más de dos años de precios estabilizados por el Pacto Social acordado entre la Confederación General Económica (CGE) y la CGT, durante los gobiernos de Héctor J. Cámpora, Juan Domingo Perón Perón, e Isabel Martínez de Perón, que incluyó aumentos del dólar, la nafta y las tarifas públicas, cuyos índices fueron en promedio del 100%, pero que en algunos casos alcanzaron el 200 %, y se complementó con la liberación de las tasas de interés, subas en los precios sostén para el campo, entre varias medidas.
Hobby
En rigor, “a Rodrigo más le preocupaba atender las rosas del jardín de su casa –según relató un funcionario de entonces, que hoy representa al Estado en la firma Papel Prensa-, que analizar las medidas económicas que le hacía firmar su segundo en la cartera de Economía, el empresario liberal, Ricardo Zinn”, verdadero mentor del paquetazo, ideólogo e hilo conductor del neoliberalismo en la argentina a través de los sucesivos gobiernos que sucedieron a Isabel Perón, hasta que falleció a mediados de los ’90. (ver Clarin del 4/6/2005: http://goo.gl/CefSm ).
Estado de Bienestar
Por aquellos años, anteriores al Rodrigazo, y a pesar de los recurrentes gobiernos militares de facto luego del derrocamiento en 1955 del gobierno constitucional del general Perón, los argentinos gozábamos del Estado de Bienestar: ocupación plena; un mercado consumidor interno muy fuerte (49% del PBI era masa salarial); apenas siete mil millones de dólares de deuda externa; un dólar competitivo que permitía el pleno desarrollo y crecimiento de la industria nacional; el índice de pobreza apenas alcanzaba el 8 %, por detallar algunas de las variables económicas de aquellos años, no opinables, previos al primer ajuste neoliberal.
La abolición
Al Estado de Bienestar, abolido a partir de aquel ajuste, le siguió la noche negra más oscura de la argentina, que finalmente explotó el 19 y 20 de diciembre de 2001, cuando el pueblo argentino salió a la calle para decir basta. Claro, las libertades de entonces no eran las que hoy rigen. Los más de 30 muertos producto de la feroz represión desatada en aquellas jornadas, dan testimonio de ello.
Hoy, los intereses de los sectores económicos concentrados, que encabeza su principal aliado y vocero, el monopolio mediático, ya sin el extinguido Partico Militar, pretenden erigirse como garantes de la gobernabilidad en la Argentina.
Inteligencia
En efecto, la multiplicidad de medios de comunicación que integran la llamada “cadena nacional privada”,  fueron los que pergeñaron e impulsaron, con mucha “inteligencia”, el denominado 8N, que si bien produjo un hecho político de envergadura, paradógicamente puso al descubierto una falencia muy grave para el propio sistema Republicano y Democrático. Como coincidieron casi todos los analistas, ningún dirigente o partido hoy está en condiciones de liderar la gestión y canalizar institucionalmente la multiplicidad de reclamos que se vieron y escucharon durante la marcha. Ellos también fueron cuestionados por los manifestantes
Libertades
Al mismo tiempo, la propia marcha del 8N demostró la plena vigencia de las libertades  cuya supuesta falta  constituían las principales consignas que se escucharon y leyeron previo y durante la misma, incluyo aquellas expresiones agresivas y agraviantes como los insultos de todo calibre que proferían contra la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, y por ende a los casi 12 millones de argentinos que la votamos hace apenas un año.
Sin embargo, más allá de los insultos y las agresiones que como se pudo apreciar sufrieron los periodistas y camarógrafos de casi todos los canales (oficialistas y opositores), la marcha se desarrolló pacíficamente y como señalaron los editores de diarios bonaerenses: “la
absoluta libertad de expresión que hoy rige en nuestro país, (el jueves 8) se puso de manifiesto una vez más, especialmente por el trabajo de los medios denominados oficialistas, cuya cobertura periodística posibilitó al resto del país tener la palabra de los manifestantes opositores al gobierno”; que los medios que integran el monopolio mediático premeditadamente censuraron por orden del gran CEO (ver http://goo.gl/kMbDH).
Moraleja
La realización de la marcha también sirvió para resaltar otro aspecto muy importante de la vida democrática y el respeto a las instituciones: la manifestación opositora esta vez no constituyó un hecho destituyente como sí lo fue al comienzo del primer mandato de Cristina, el conflicto liderado por la denominada Mesa de Enlace por la Resolución 125,  cuando los cortes de rutas comenzaban a desabastecer a pueblos y ciudades del interior del país, y ya muchos veían un nuevo gobierno encabezado por el vicepresidente de la Nación, Julio Cobos, por entonces el principal irrespetuoso de las instituciones argentinas, cuando votó en contra del proyecto del Ejecutivo, que el mismo había propuesto poner a consideración del Parlamento argentino.
La marcha opositora del pasado jueves 8 de noviembre, en la que los sectores altos y medios altos expresaron su disconformidad con el modelo que se votó en 2007, y se plebiscitó en octubre de 2011, como la fábula
de Andersen -“El traje nuevo del emperador” (http://goo.gl/Yb85N )-,  dejó una enseñanza: El CEO del monopolio está en pelotas.

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