miércoles, 1 de diciembre de 2010

Periodismo militante: una vocación al servicio de la comunidad



Por Jorge Déboli, editor periodístico; dirigente empresario


El 21 de noviembre pasado, el matutino porteño La Nación, que desde el siglo XIX viene escribiendo la historia oficial de nuestro país, publicó una entrevista al flamante presidente de la agencia de noticias pública, Télam, Martín García, en la que el entrevistador se escandalizaba por una frase pronunciada por éste: “Los profesionales son como las prostitutas, escriben mentiras en defensa de los intereses de los que les pagan. Los militantes, en cambio, escribimos la verdad al servicio del pueblo. Soy primero militante, después periodista", dice La Nación que dijo García, y agrega el editor de la nota, “sin que le tiemble la voz y sin preocuparse por la incomodidad que podrían causar sus palabras”.

García, es un periodista de larga y probada militancia en medios de comunicación, independientes de los poderosos intereses económicos del dispositivo “mediático-tecnológico” que conforman los oligopolios informativos, devenidos en los últimos años, en garantes de la gobernabilidad en la Argentina.

Más allá de que García, lo haya expresado exactamente así, la frase refleja una verdad que muy pocos o nadie se animó a decir en todo este tiempo, por temor a las consecuencias que los oligopólicos mediáticos han insuflado en los trabadores del gremio de prensa, tal como ocurrió en el diario Clarín, por ejemplo, con el despido de toda su comisión interna del sector periodístico.

Una cosa razonable es que el periodista se encuadre dentro de una determinada línea editorial de un medio, y otra es someterlo a un estado de “servidumbre” (en todas sus acepciones), pasando a formar parte de la inteligencia que los oligopilios pusieron al servicio de una oposición destituyente, en defensa de sus propios intereses, nunca visto desde la recuperación de la Democracia en 1983.

La historia la escriben los que ganan
Quien firma esta columna, no lo interpreta ni defiende al titular de Telám, a quien por otra parte conoce muy bien desde hace 23 años y sabe de qué está hablando, primero porque García no necesita que nadie salga a defenderlo, ni tampoco interpretarlo; la propia realidad, la de más de dos mil publicaciones gráficas y otras tantos radiodifusores, que existen a lo largo y a lo ancho de la Argentina, pueden dar crédito al sentido de la parte final de la frase: “
Los militantes, en cambio, escribimos la verdad al servicio del pueblo”.

Estos “militantes” del periodismo, representan la contrapartida de unos pocos “profesionales” que desde hace más de un siglo, vienen tergiversando la historia de todos los días, la que luego le va poniendo texto a la “historia oficial”, en la que, los vendepatrias, los genocidas y los corruptos, siempre fueron elevados por sus “académicas” plumas, a la categoría de héroes y próceres.

A García no le tiene porqué “temblar la voz” ni preocuparse por “la incomodidad” que la frase pueda ocasionar, como dice el autor de la entrevista. Para los militantes del periodismo, decir la verdad no repara en miedos ni en las consecuencias que decir esa verdad pueda ocasionar, en tanto que la incomodidad, ciertamente va a afectar solo a aquellos que se sientan aludidos, es decir, los “profesionales” que vienen anunciando catástrofes económicas, colapsos energéticos, crisis financieras, casos de corrupción, etc, que nunca se comprueban en los hechos.

La credibilidad de los oligopolios en duda
¿Cuantos negocios y dinero dejaron de hacer los miles de lectores de los principales diarios mal llamados nacionales, y de la extendida audiencia de televidentes de los oligopolios informativos, que desde 2005 vienen bombeando la economía argentina tratando de desestabilizar a este gobierno, cuyo modelo implementado desde 2003 -que entra en el octavo año de crecimiento sostenido, por primera vez en los 200 años que llevamos de historia como Nación-, lesiona seriamente sus intereses?.

Esta pregunta ahora encuentra su respuesta en la contundencia de los hechos que echan por tierra la realidad mediática que en forma contumaz y oscurantista construyeron estos medios en los últimos años, y se explica con la caída en las ventas de los principales diarios porteños, que según fuentes del sindicato de canillitas en el área metropolitana llega hasta el 50 %,

Por el contrario, en los diarios y periódicos del interior de nuestro país -donde la información local es pasible de ser chequeada por los propios lectores, y sus editores interpelados en cualquier momento cuando se cruzan con sus vecinos por la calle-, las ventas vienen aumentando o se mantienen estables. Si bien la mayoría de los medios gráficos locales no se encuentran auditados por ninguna institución, una simple recorrida por sus puntos de venta, rápidamente puede certificar esta afirmación.

La militancia de una profesión
Y esto es así por varios motivos: primero porque el medio local es el único que está en condiciones de reflejar todos los días a la comunidad donde desarrolla su actividad editorial; por otro lado, porque se revirtió totalmente en el interior del país la situación económica que llevó durante la crisis de 2001/ 2002 a que en algunos hogares se dejara de comprar el diario; también, debido a que el medio local -que se vende en una proporción de 9 a 1 respecto de los diarios editados en la Ciudad de Buenos Aires -, en tanto que el comercio local elige en igual proporción para promocionar sus productos y servicios, al medio de su comunidad.

Por último, cabe destacar, el carácter militante de los editores y periodistas locales, en su gran mayoría de oficio, que llevan adelante su tarea, a pesar del deterioro económico que provoca desde hace años el costo de su principal insumo, el papel, en la industria editorial gráfica del interior del país, perjudicando tanto a los propietarios de medios locales como a sus periodistas.

Ello se debe fundamentalmente al porcentaje que representa en la estructura de costos de un diario que se desarrolla en comunidades hasta 40.000 habitantes, el precio del papel para diario, al ocupar este insumo, entre un 50 y un 70 % de los gastos totales de su elaboración, provocando una ecuación económica negativa, solamente sostenida por el carácter de institución que le dan sus comunidades al medio local; por el otro lado, la tozuda “militancia” de sus periodistas en anteponer su vocación de servicio a salarios muchas veces insuficientes, justamente por el escaso margen que el precio del papel deja para el sostenimiento de los recursos humanos.

No hay comentarios: