jueves, 9 de septiembre de 2010

Es hora que la historia empiece a escribirla el pueblo argentino



Por Jorge Déboli, Director del Grupo Editor Informes de la Plata

El 26 de junio de 2002, seis meses después del estallido social que acabó con el inepto y corrupto gobierno de Fernando De La Rúa, organizaciones de desocupados decidieron cortar el Puente Pueyrredón en el marco de un plan de lucha contra el Gobierno de Eduardo Duhalde. En el corte, Maximiliano Kosteki y Darío Santillán fueron asesinados por la policía. Una secuencia fotográfica muestra el instante anterior y posterior en que uno de ellos recibe un disparo por la espalda. Los grandes medios de comunicación contaban con ese material, pero hubo que esperar dos días para que publicaran la secuencia fotográfica. 48 horas de desinformación en las cuales los principales medios, junto con la policía y el gobierno, intentaron adjudicarles las muertes a los propios piqueteros.
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Llevamos doscientos años como nación, y resulta un hecho evidente que la historia, la que se enseña en los colegios, la que se imprime en los libros, la que día a día nos cuentan los diarios tradicionales y queda impresa como verdad absoluta, desde siempre, la escribieron los que ganan.
Resulta asombroso que los oligopolios informativos continúen subestimando la inteligencia de los argentinos pretendiendo que lo que es bueno para ellos, ejercido por los demás, es inaceptable.
Ya no como un sofisma, de los que los monopolios y sus voceros son afectos, sino a partir de su propia definición, los campeones de la defensa de la “Libertad de Prensa y de Información”, que controlan la producción del papel para diarios, admitieron sin cortapisas, que ellos mismos son los que controlan la palabra escrita ; la que escriben en letras de molde y luego rebotan hasta el hartazgo en todos los medios audiovisuales de su propiedad, como la verdad revelada.
El tema de la producción y aprovisionamiento de papel, no es un tema que afecta sólo a los editores de diarios al verse obligados a restringir la compra de este insumo por su excesivo precio en relación a la escala económica de su medio, también es una cuestión que impacta y afecta a millones de argentinos que ven restringido su derecho a informarse, toda vez que el medio local está impedido de imprimir las páginas necesarias, y por ende los contenidos, donde los vecinos se expresan; reclaman a las autoridades; promocionan sus actividades culturales, sociales y deportivas, en suma, el diario local, es el medio de comunicación por excelencia, donde los vecinos se ven reflejados.
Si bien los dos principales diarios editados en la Ciudad de Buenos, tienen una circulación minoritaria en el interior de nuestro país en una relación de uno a diez con respecto al medio local, estos, al estar restringidos en la compra de papel, al tener que priorizar la edición de contenidos locales, relegan la información del segmento provincial y nacional.
Sin embargo, cuando los medios locales salen a denunciar esto, los que hegemonizan la fabricación y distribución de papel, salen a justificarse diciendo que “es un problema de mercado, de eficiencia empresaria” y no de restricción de la libertad de información. La fabricación de papel para diarios, no es una mercancía que entra en esta categoría.
El proyecto de Ley que envió el Ejecutivo al Congreso para que declare de interés público la elaboración de este insumo y para que dicte una norma que regule y garantice su distribución entre todos los diarios, resultará un paso determinante para que se comience a escribir otra historia.

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