sábado, 11 de mayo de 2013

Las operaciones de prensa del monopolio mediático como armas destituyentes, no alcazan su cometido


Por Jorge Déboli, editor periodístico; secretario de la Comisión Federal Asesora (papel prensa); vicepresidente ejecutivo de la Cámara de Diarios y Periódicos Pymes de la Provincia de Buenos Aires (Cadypba); miembro de la Mesa Nacional de Coordinación de la Coalición por una Comunicación Democrática (CCD).


El inicio de la gestión de gobierno de Cristina, la cosa ya fue distinta. La primera operación en su contra, la valija de Antonini Wilson, fue dar vuelta un hecho positivo presentándolo como escándalo, que sin duda tuvo mucho éxito por su repercusión y duración en el tiempo, al que sin solución de continuidad, le siguió el conflicto por la 125, que de acuerdo a un ex presidente de la Comisión de Libertad de Prensa de Adepa, “si no fuera por Clarín y La Nación, este conflicto no dura más de dos días”.
En efecto, la famosa valija que Antonini intentó ingresar por Ezeiza con 800 mil dólares sin declararlos, y que fue obligado a abrirla por la Policía de Seguridad Aeroportuaria, que en esos momentos conducía el incorruptible Marcelo Sain, en lugar de destacar un hecho inédito en la política argentina, fue caracterizado por el monopolio mediático como un escándalo. En todo caso, el escándalo hubiese significado los 90 mil dólares que el funcionario Claudio Uberti pagó por el alquiler del avión que lo trajo de Venezuela, y en el que también venía Wilson, pudiendo hacerlo en un avión de línea por poco más de mil dólares.
Asi, desde entonces, este gobierno viene soportando una tras otra operaciones de prensa con el propósito de desgastarlo, pero que, objetivamente, sólo han logrado fortalecerlo.
Pérdida de credibilidad
El que sí ha pagado un costo tremendo, no sólo político, sino concretamente económico, es el propio Grupo Clarín tal como dio a conocer en la última asamblea de accionistas, el representante de las acciones que el Estado argentino tiene en esa corporación, el secretario de Comercio, Guillermo Moreno. Otro dato significativo que de alguna manera muestra la evolución y posicionamiento de este monopolio, son las estadísticas publicadas por el Instituto Verificador de Circulaciones,  cuya auditoría entre diciembre de 2007 y enero de 2013 verificó una caída de las ventas del diario Clarín en todos los puntos de venta (quioscos) de la Argentina, del 43 por ciento. Claro, que para la tribuna, esa caída la “compensan” con la venta en bloque de los diarios que ya no se venden en los quioscos, a bancos (que lo obsequian con sus tarjetas) y a Papel Prensa para elaborar pasta reciclada.
El tiempo pasa
Ya pasaron cinco años. No es poco tiempo para cualquier grupo económico que  enfrenta a un gobierno ungido por la expresión mayoritaria del pueblo argentino, el primero en doscientos años de historia que verifica una década de crecimiento sostenido, y el primero que con éxito se sobrepone a campañas destituyentes conducidas por la corporación mediática y ejecutadas por sus gerentes en el Congreso Nacional y por conspicuos dirigentes de los sectores rurales, empresarios y sindicales.
En las últimas semanas las operaciones se han multiplicado y perfeccionado en su articulación, por parte de los medios oligopolios perjudicados por el modelo de crecimiento e inclusión que se lleva adelante desde 2003. Es que el tiempo se les acaba para provocar un cambio sustancial en la composición de ambas cámaras del Congreso Nacional. Las PASO de agosto son mañana, y las generales de octubre, pasado mañana.
El tiro por la culata
Mientras tanto, una de las operaciones de prensa  que disparó el monopolio en el último mes, la denuncia de Jorge Lanata, que involucra a varios personajes de la farándula como testaferros y lavadores de dinero del empresario Lázaro Baez, logró que un fiscal la tomara y comience a investigar, como corresponde.
Paradógicamente, esta denuncia, destapó otra que estaba cajoneada, y que el propio Lanata publicó en el diario Crítica de la Argentina en 2008, y en la que están señalados en operaciones de lavado y evasión cientos de empresarios argentinos, con los directivos del monopolio mediático a la cabeza.
Morgangate
Dicha denuncia, data de junio de 2008, cuando el vicepresidente de la JP Morgan, Hernán Arbizu, se presentó en el juzgado penal económico que encabeza el Juez Sergio Torres, con cientos de carpetas pertenecientes a empresarios argentinos, que según sus dichos, habrían evadido y lavado dinero, mediante transferencias a una banca austríaca, al tiempo que se autoincriminó como autor de esas maniobras.
La causa, titulada por Lanata “Morgangate”, ahora reactivada por la denuncia  más reciente, pero también impulsada por el titular de la UIF, José Sbatella, quien logró luego de cuatro años que la Justicia lo acepte como querellante, ya reveló, según Tiempo Argentina, una cantidad de empresas propiedad de los principales accionistas del Grupo Clarín en Panamá, que no figuran en sus declaraciones juradas.
Aquella nota firmada por el propio Lanata cuando todavía hacía periodismo, se destaca por la forma que describe el allanamiento de las oficinas en el edificio Catalinas de Buenos Aires, de la banca más importante del mundo; nota memorable a la que le dedicó la tapa y cuatro páginas completas, y en la que figura un listado de los presuntos lavadores. Dicho artículo aún se puede visualizar en el sitio: http://goo.gl/EjKND.

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