Por Jorge Déboli, secretario de la Comisión Federal Asesora (papel para
diario); Vicepresidente de Cadypba; Proyecto Copla.
Efectivos de la Prefectura Naval Argentina, leyendo a Clarín que se distribuía gratuitamente en la puerta del edificio Guardacostas. Foto Telam |
Ni el fin de semana
largo, ni la lluvia, el fútbol, o el bochorno de los Pumas,
desactivó el conflicto en Prefectura y Gendarmería, aunque sí, lo “desescaló algo mediáticamente”,
no porque al monopolio mediático ya no le interese su permanencia en las
pantallas, sino porque a medida que se iban conociendo los pormenores que lo
generaron, iban quedando en evidencia las empresas oligopólicas mediáticas, hoy
muy cuestionadas por la sociedad civil cuya principal expresión se manifiesta a
través de la Coalición por una Comunicación Democrática (CCD), que integran por
más de 300 organizaciones sociales.
Si bien la malintencionada y “negligente”
liquidación de haberes en la Prefectura Naval
Argentina, fue el principal causante del malestar en la fuerza que el
pasado miércoles desembocó en la protesta frente al edificio Guardacostas, éste
no fue el único motivo. Según una fuente confiable del ministerio de Seguridad,
hubo otros factores que tienen su origen en el “congelamiento de los haberes de la Administración Pública
Nacional a consecuencia de la aplicación de la ley de Emergencia Económica de
1993”, que incluyen “postergaciones,
inequidades e irregularidades salariales en las Fuerzas de Seguridad”
(FFSS).
De acuerdo con dicha fuente, “desde entonces los
aumentos de costo de vida fueron compensados con incrementos salariales al
personal en actividad tanto de las de las FFAA como de las FFSS, mediante la
creación y/o el aumento de los valores de suplementos y compensaciones no
remunerativas. O sea, con un costo fiscal menor en materia de cargas
patronales”, es decir hablando en
criollo, se los pagan en negro.
El problema, se agravó ostensiblemente en los
últimos diez años, en los que, el componente no remunerativo de compensaciones y suplementos, que
originariamente no superaban el 35 por ciento, en la actualidad, alcanza el 65
por ciento del ingreso, afectando “severamente el financiamiento del sistema
previsional y de las Obras Sociales de las FFAA, a las que se hallan afiliados
tanto el personal en actividad como en retiro de las FFSS, con la consecuente
postergación de los haberes de retirados y pensionados”.
Industria
en crecimiento
Este desbarajuste generado durante la década más
infame del siglo XX que nos tocó vivir a los argentinos, mientras se cerraban fábricas por la libre
entrada de productos importados, crecía sí en forma exponencial, una industria
muy próspera de aquella Argentina injusta que hoy el gobierno nacional busca
revertir : la de la litigiosidad llevada adelante por una asociación “noc
santa” entre estudios de abogados, jueces y personal de las áreas
administrativas de las FFSS, que “terminó distorsionando la escala salarial,
vertical y horizontalmente” de su personal.
Esta litigiosidad a la que se veía sometido el
Estado argentino, implicaba además “costos elevadísimos en materia de
honorarios, costas, tasas de justicia, intereses, a ser afrontados con el
presupuesto de las FFSS”, donde, “al amparo de interpretaciones jurídicas
exorbitantes—especialmente en la Gendarmería— las áreas de liquidaciones de
haberes formulaban liquidaciones y pagaban salarios y haberes pasivos
absolutamente desmedidos”, llegándose a liquidar incrementos de haberes en el
período 2005/2010, de 800% en promedio.
País
normal
A partir de la asunción del ex presidente Néstor
Kirchner en 2003, esta problemática se empezó a atender, en contraste con la
irresponsable actitud asumida por el gobierno de la Alianza y posteriormente
por el presidente provisional, Eduardo Duhalde, de no hacer olas que agiten las
aguas de las FFSS.
Fue así que el Ministerio de Seguridad, la
Secretaría de Hacienda y la Procuración del Tesoro abordaron el tema, que derivó en el Decreto 1307 de
este año, que tuvo por objeto regularizar la política de haberes de las Fuerzas
de Seguridad, a partir de la jurisprudencia
sentada por la Corte Suprema de
Justicia en los casos “Borejko”, 2011, y “Zannoti, 2012” y evitar así
futuros litigios contra el Estado, mejorando al mismo tiempo los haberes de los
que menos ganan.
En efecto, la regularización prevista en el decreto
1307 implica un aumento sustancial del sueldo anual complementario, y una forma
de “desanudar el entramado judicial que existe detrás del cobro de haberes de
integrantes de la FFSS”, poniendo fin de esta manera, a centenares de medidas
cautelares y recursos de amparo que, durante años, generaron un sin número de
inequidades.
La
trampa
Sin embargo, la implementación del decreto, maliciosamente interpretado, trajo como consecuencia la protesta que hoy perdura, ya por otras motivaciones. A pesar que el artículo 6° dice textualmente que ningún gendarme o prefecto podía percibir una remuneración inferior a la recibida con anterioridad a la aplicación del decreto, a la hora de retirar sus haberes de los cajeros, gendarmes y prefectos pasaron a percibir un salario de bolsillo menor al del mes anterior, a pesar que se les haya “regularizado” el haber, reivindicación permanente de las Fuerzas Armadas y de Seguridad.
Para cortar por lo sano, la ministra Garré pasó a
disponibilidad a 9 efectivos de Gendarmería e
intervino el área de asuntos jurídicos. También ordenó abrir sumarios
confidenciales en Prefectura para identificar a los agresores de dos oficiales
a la salida del Guardacostas. Mientras tanto, algunos insubordinados se
radicalizan persistiendo en la “protesta”. Los monopolios mediáticos,
verdaderos cánceres de la Argentina de hoy, azuzan internas dentro del
gobierno, no para mejorar la gestión como debería ser, sino para desgastarlo
con el fin de que termine antes de tiempo su mandato y poner fin así, a un
gobierno que no le hizo asco a las condenas de los genocidas de la dictadura
cívico-militar, al procesamiento de jerarcas sindicales, como Pedraza y Zanola, de ex presidentes como
Menen y De la Rúa, y de empresarios como Martínez de Hoz.
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